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Actualizado: 4 de julio de 2025


A cuenta de que el hombre me debía de tener tirria, porque se remontó y dijo que él no tenía colocaciones. ¡Y un judío portero me puso en la calle! ¡Re-contra-hostia!, ¡si viviera Calvo Asensio!, aquel era un endivido que sabía las comenencias, y el tratamiento de las personas verídicas. ¡Vaya un amigo que me perdí!

No más, sino que deseo vivir para mi Salvador. Y diciendo esto, se puso de rodillas, y besó la mano á San German. El santo le dió su bendicion, y una medalla de metal, en que estaba esculpida la efigie de Cristo. Los misioneros parten, Nanterre los saluda con gritos de fervor, y la muchacha quedó allí. Es probable que allí viviera oscuramente durante algun tiempo; pero no estaba sola.

Tuve uno, señora... va para cuatro años... ¿Y en cuatro años no ha tenido usted más que uno? ¿Qué tiempo lleva usted de matrimonio? Perdone mi indiscreción. ¿Yo?... murmuró la otra vacilando . Cinco años. Yo me casé antes que usted... ¡Antes que yo! , señora... pues decía que tuve un niño y se me murió, señora, y si me viviera, le digo a usted que...

Todos somos buenos; al fin, gentes que no hemos visto el mundo ni por un agujero y vivimos aquí como en conserva; pero los Luna habéis sido de lo bueno lo mejor; y no digamos de los Villalpando, que os vienen a la zaga. ¡Ay, si tu madre levantase la cabeza! ¡Si tu padre viviera...! Yo a quien doy toda la culpa es a tu hermano, por buenazo, por simple, por esa maldita manía de todos los padres, que desafían el peligro con la esperanza de colocar bien a las hijas....

Carmen, esquivando una respuesta categórica, balbució: Ellos riñen mucho; pero a eso no me importa...: ¡el padrino quiso que yo viviera con su hermana!... Siempre que ella fuese para ti buena como una madre.... La pobre niña tenía toda la voz llena de lágrimas cuando exclamó: ¡Oh, una madre!... ¡Madre mía!... Salvador, muy impresionado, volvió a tomar entre las suyas las manos de la muchacha.

A un extremo, ante una mesita cubierta de expedientes y cartas, escribía con pluma de ganso y tintero de loza, un clérigo flaco y apergaminado, como si viviera en perpetua cuaresma. Y, finalmente, de una percha pendían varios manteos, raídos y apolillados unos, de nuevo y luciente paño otros. En aquella estancia dejaron solo a Lázaro.

Lo mismo pensaba Bringas; pero él hubiera preferido que resucitara Narváez, cosa un poco difícil. «¡Oh!, si D. Ramón viviera... Pues como esto no se resuelva pronto, vamos a tener en Madrid una degollina, porque como aquí hay poca tropa, los llamados demócratas o demagogos se echarán a la calle. Tendremos una guillotina en cada plazuela». Cada día estaba el pobre señor más enfermo.

Tan inaudito resultaba esto para el pobre tío Barret, que sonrió con incredulidad. Eso podría ser para los tramposos, para los que no han pagado nunca; pero él, que siempre había cumplido, que nació allí mismo, que sólo debía un año de arrendamiento... ¡quiá! ¡Ni que viviera uno entre salvajes, sin caridad ni religión!

Yo creía que la armonía del mundo no podía existir mientras lord Gray viviera, y una curiosidad intensa devoraba mi alma... No podía dormir, el velar me hacía daño... no se apartaba de mi pensamiento la escena que después he presenciado aquí, y cada minuto que pasaba sin saber el resultado de una contienda que yo creí seria, me parecía un siglo...

Mi hermano es amigo de Carlitos, y se le figura que tengo una suerte loca. Si papá viviera... ¡ah!... él no vería más que mi corazón, ¡pobre viejo!...; riquezas, estancias, apellido, todo estaba de sobra si mi corazón no era feliz. Era un criollo a la antigua, romántico, bravo, generoso, altivo. ¡Sabía ser pobre. ¡Ay, Marianela, la gran miseria de nuestros días es no saber ser pobres!...

Palabra del Dia

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