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Tal vez mejor que muchos, pues es sencillo, todo de una pieza, sin engaños ni hipocresías. Un hombre: lo has dicho. Soy un hombre como los demás. Los que llegamos a cierta altura somos como los santos que están en las fachadas de las iglesias. De abajo, causan admiración por su hermosura; vistos de cerca, producen horror por la fealdad de la piedra roída por el tiempo.

Como dato final, a las nueve llegaron al galope dos agentes a darnos la filiación de los perros rabiosos vistos, y a recomendarnos sumo cuidado. Había de sobra para que mamá perdiera el resto de animación que le quedaba. Aunque de una serenidad a toda prueba, tiene terror a los perros rabiosos, a causa de cierta cosa horrible que presenció en su niñez.

Estos planetas, vistos con el telescopio, presentan fases como la Luna, y por las mismas razones que ella. Cada uno de dichos cuerpos está animado de un movimiento de rotación que dura casi lo mismo que el de nuestro globo. En efecto, mientras la Tierra gira sobre su eje en... 23 h. 56 m. Mercurio lo hace en... 24 h. 50 m. y. Venus, en... 23 h. 21 m.

Este libro concluye, queridísimos lectores, a quienes adoro y reverencio; se acaba, y los notables y jamás vistos sucesos que me acontecieron por el proyectado matrimonio de Inés y por el encuentro de aquellas dos familias en el tortuoso y difícil camino de mis amores, serán escritos, por no caber en este volumen, en otro que pondré a vuestra disposición lo más pronto posible.

Se le preguntaria, por ejemplo, si distinguia una figura mayor de otra menor, sin considerar que las palabras mayor y menor, comprendidas por él en cuanto expresaban ideas abstractas, ó se referian á las sensaciones del tacto, no lo eran cuando se las aplicaba á los objetos vistos; pues que él no sabia ni podia saber, qué significaba la palabra mayor, tratándose de una sensacion que experimentaba por primera vez.

Algunas horas después, cuando había desaparecido de allí D. Venancio y todo el aspecto de matanza, o por lo menos de cosa sucia que tenían aquellos grandes lances vistos de cerca, Bonis consintió que Emma volviera a hablar largo y tendido, y hasta intervinieron en la conversación los parientes y amigos. ¡Qué de recuerdos evocaba la de Valcárcel! Pero todos eran de la línea materna.

Vetusta era de ellos: la soledad del verano parecía darles posesión del pueblo; hablaban en el pórtico de la catedral mucho tiempo para despedirse, sin miedo de ser vistos; como si aquella soledad de la iglesia se extendiera a todo el pueblo. Anita encontraba la vida de Vetusta más tolerable que en invierno. En este particular no se entendían ella y su marido.

Feli sonreía contemplando los retratos, creyendo de buena fe, en su sencilla ignorancia, que eran señores de Madrid a los que conocía y trataba su amante. Esta misma amistad la hizo presentir que podían ser mal vistos por el dueño de la casa. Pero Isidro, ¿y don Vicente? ¿No se ofenderá al ver a estos caballeros?

Era la primera vez que veía en tales ocasiones semejantes individuos, él que conocía todas las facciones de la ciudad y todas sus fisonomías. Hombres de cara oscura, espaldas dobladas, aire inquieto y poco seguro, y mal disfrazados como si se pusiesen por primera vez la americana. En vez de colocarse en primera fila para ver á sus anchas, se ocultaban entre sombras como evitando ser vistos.

Los hombres y mujeres de mar de que se hace referencia en el siglo XVI, fueron vistos no sólo rápidamente en medio del líquido elemento, sino que se les trajo á tierra, se les paseó por ella, y vivieron en grandes centros de población tales como Amberes y Amsterdam, en los palacios de Carlos V y Felipe II, y por lo tanto estuvieron bajo las miradas de Vesale y de los primeros sabios de aquella época.