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Actualizado: 19 de noviembre de 2025


Por la ventana del dormitorio vio Lorenzo al subir al corredor, que Melchor estaba sentado en el borde de la cama con las manos sobre los muslos en actitud de profundo ensimismamiento; pero en el mismo instante en que le golpeó el vidrio, Melchor le miró sonriendo como si hubiera estado pensando en cosas alegres.

Á veces había sido visto por la multitud; pero con mucha mayor frecuencia, todo reposaba en el mero dicho de un solitario espectador que había contemplado el maravilloso fenómeno al través del trastornador vidrio de aumento de su imaginación, dándole más tarde una forma más precisa.

De esta mujer decían lenguas pecadoras que lo que más provecho la dejaba no era manejar los alicates con que hacía rosarios de alambre y cuentas de vidrio, sino el servir de cobejera entre damas y galanes.

En el altar había dos candeleros de bronce, sin velas, sujetos con cadenillas de hierro. Delante del retablo estaba un Jesús Nazareno de talla; los ojos de cristal, tristes, brillaban en la obscuridad; los reflejos del vidrio parecían una humedad fría.

No envidieis esto, hombres sencillos, que pasais la vida girando en torno de vuestra aldea, como da vueltas la paloma alrededor de su nido: el espíritu humano es como el ambiente: siempre se nivela. Dios no ha puesto los goces supremos de la vida en los resplandores de un vidrio, ni en el espacio de una calle, ni en la hermosura de una plaza, de un paseo ó de un arco triunfal.

En el fondo estaba el altar, y en su parte baja, detrás de un vidrio, admiraban los devotos un verdadero interior de museo de figuras de cera. San Ignacio tendido en una colchoneta leía un libro, vestido con gregüescos y capotillo de vueltas de velludo como un galán del teatro clásico. Una batería oculta de luces eléctricas iluminaba esta exhibición de feria.

Y haciendo una breve pausa el soldado para dirigir la vista hacia donde aguzaba las orejas el gozque que al lado tenía, volviéndose con aire maligno y de triunfo a Muley, que le miraba con dos ascuas de vidrio que no con dos ojos, le dijo a éste riéndose: Hele ahí Muley.

En varios anaqueles multitud de vasijas de barro, ampolletas de vidrio, redomas y pomos, que contenían sin duda extrañas drogas; arrimados a la pared o suspendidos de ella dos esqueletos humanos y pájaros y reptiles disecados; en diversos poyos, en mesas, en hornillas y en anafes, retortas, embudos y vasos de metal y de arcilla; en la gran chimenea de campana, que estaba en la pared opuesta al sitio por donde habían entrado, ardía un poco de leña en medio de rescoldo y ceniza.

«He ahí, pues, la cara de una persona que desea la muerte de su hermana» dije al ver reflejado mi lívido semblante. Y, sintiendo bruscamente asco de misma, di un golpe al vidrio con el puño; los dedos me sangraron, pero el espejo no se rompió. ¡Insensata de ! No sabía que en lo sucesivo el mundo entero no sería para sino el espejo de mi crimen. ¡Pero quizá no muera!

En el escaparate central estaba la muestra de la casa, lo que había hecho famoso al establecimiento: un maniquí vestido de labradora, con tres rosas en la mano, que al través del vidrio, mirando a los transeúntes con ojos cristalinos, les enviaba la sonrisa de su rostro de cera, punteado por las huellas de cien generaciones de moscas. Doña Manuela entró en la tienda.

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