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Actualizado: 8 de julio de 2025
Las infelices pedían por Dios y por la Virgen que las dejasen vestirse; pero el alcalde, con la faz arrebatada por la cólera y los ojos inyectados, cada vez gritaba con más fuerza, aturdiéndose con su propia voz: ¡A la cárcel...ajo!.,¡A la cárcel...ajo! Y no hubo otro remedio.
La energía de su hermano le había desconcertado por completo: Pepe era más hombre de lo que él imaginó. A la mañana siguiente doña Manuela, antes de ir a la compra, según costumbre, fue a dar un beso a Pepe, mientras éste acababa de vestirse para marchar a su trabajo. Voy a la compra; adiós, hijo. Y a misa, ¿verdad, mamá? Ella, sonriéndole cariñosamente, se limitó a decir: ¿Qué mal hay en ello?
Por consejo de sus amigos empezó en cierta ocasión a vestirse de levita y sombrero de copa; pero con esta indumentaria estaba tan horrible, tan patibulario que los mismos amigos le aconsejaron que se volviese a la chaqueta y al sombrero de fieltro. Poco antes de regresar Reynoso a España se había trasladado de Guatemala a México, y no supo ya más de él sino que allí se había casado.
Poco después entró Antoñita en el dormitorio de Magdalena y el doctor se retiró mientras su hija se disponía a vestirse; y una hora más tarde Antoñita quedaba en el aposento en tanto que su prima y el doctor aguardaban a Amaury en el mismo saloncito donde ocurrió la escena de la víspera.
Apenas terminó el primer acto de Los Hugonotes, el notario empezó diciendo: Tienen que vestirse la reina y todas sus damas de honor; hay que construir también el castillo y los jardines de Chenonceaux, y, de consiguiente, el entreacto será bastante largo para que yo pueda referirles la historia que desean conocer.
Y sintió la necesidad maligna de que una desgracia sobreviniera, en realidad, atraída por su augurio diabólico. Saltando y cantando sus dos primas salieron a la galería. Acababan de vestirse y sus trajes claros y sus cabellos rubios brillaban al sol.
Entonces, empezando por largar el chaquetón y por vestirse la levita de paño fino, y por echarse el gran reló y la no pequeña cadena de oro, y hasta el odiado sombrero de copa, como hombre á quien se encomendaban intereses cuantiosos con absoluta confianza, revestíase de formalidad y desaparecía casi por completo de la escena en que le hemos estudiado.
Con esta exquisita crianza, pues, y vestirse de vez en cuando de majo, traje que lleva consigo el ¿qué se me da a mí? y el ¡aquí estoy yo! ya se deja conocer que es uno de los gerifaltes que más lugar ocupan en la corte, y que constituye uno de los adornos de la sociedad de buen tono de esta capital, de qué sé yo cuántos mundos.
Ella misma rogó al abogado que permaneciese en la celda, como si de este modo quisiera aminorar la molestia de vestirse ante unos desconocidos. Ferragut adivinó la piedad y la admiración del maître al llegar á este pasaje de su carta. La había visto medio desnuda, preparando el último tocado de su existencia.
Godfrey Aleyn, que oyó referir á su amo en la mesa las distinciones de que había sido objeto, presumía que el Sr. Antonio las rehusaría sin más excepción que la de la Orden, y esto si podía proporcionarse las prendas que necesariamente deben de vestirse en la ceremonia.
Palabra del Dia
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