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A cada nuevo plato, renovabásele el goce que los estómagos no estragados y hechos a alimentos sencillos hallan en la más leve novedad culinaria. Paladeó el Burdeos, dando con la lengua en el cielo de la boca, y jurando que olía y sabía como las violetas que le traía Vélez de Rada a veces.

Unas advertencias, para terminar. «Vélez de Guevara, como Quevedo notó el señor Bonilla , es un escolástico del idioma. No hay que perder una sola de sus palabras, no hay que confiar en el valor directo de cualquiera de sus frases, porque lo mejor del cuento pasaría quizás inadvertido.

Lo mismo dijo Paco Vélez... Ahí los tienes a los dos tan amartelados en el palco, publicando las amonestaciones... ¡Dice Paco Vélez que ha habido unas historias!... López Moreno sitió a Beatriz por hambre, y entre el embargo y la boda no hubo más remedio que capitular.

7 Hacer fineza el desaire, del licenciado Diego Calleja. 8 Encontráronse dos arroyuelos, de D. Juan Vélez. 9 La Virgen de la Fuencisla, de D. Sebastián de Villaviciosa, D. Juan de Matos y D. Juan de Zavaleta. 10 El honrador de sus hijas, de D. Francisco Polo. 11 El hechizo imaginado, de D. Juan de Zavaleta. 12 La presumida y la hermosa, de D. Fernando de Zárate.

Los Vélez, escurridos y lacios de vestido y de carnes, pasaron de largo hacia la izquierda, saludando con una cabezada muy ceremoniosa. Las chaparrudas Carreñas, hechas un brazo de mar, pero de mar siniestro y bravo, saludaron con los abanicos y carraspeando, y se fueron por la derecha.

»Luego que los jinetes entendieron que éramos cristianos cautivos, se apearon de sus caballos, y cada uno nos convidaba con el suyo para llevarnos a la ciudad de Vélez Málaga, que legua y media de allí estaba. Algunos dellos volvieron a llevar la barca a la ciudad, diciéndoles dónde la habíamos dejado; otros nos subieron a las ancas, y Zoraida fue en las del caballo del tío del cristiano.

Alonso de Olmedo, de una familia distinguida, natural de Talavera de la Reina, y al principio paje de Felipe III, se hizo cómico por su amor á una bella actriz, y entró á formar parte de la compañía, cuyo director era el marido de su amada. Sucedió entonces que parte de esta compañía, en un viaje á Vélez Málaga, cayó en manos de unos piratas berberiscos.

Lejos de pensar en contradecirle en nada el campechano Bermúdez, a todo le dijo «amén» por ser ese el camino más derecho para llegar al fin de la visita, que era lo que más deseaba entonces. Túvole al sonar las nueve de la noche; y los Vélez de la Costanilla se despidieron y se marcharon con el mismo insípido ceremonial con que se habían presentado en el solar de Peleches.

6 El lindo Don Diego, de D. Agustín Moreto y Cabañas. 7 Las niñeces del Padre Rojas, de Lope de Vega Carpio, jamás impresa. 8 Lo que son suegro y cuñado, de D. Jerónimo de Cifuentes. 9 El amor en vizcaíno y los celos en francés y torneos de Navarra, de Luis Vélez de Guevara. 10 Amigo, amante y leal, de D. Pedro Calderón. 11 Firmeza, amor y venganza, de D. Antonio Francisco.

Por Luis Vélez de Santander. De plomo, como de gorra, nos saludamos mil veces las turquescas escopetas con los cristianos mosquetes, descubrimos las montañas de la provincia que tiene el obelisco de Dios en prisión irreverente, hasta que el heroico brazo vuestro a rescatar se llegue, para que el número diez acrecentéis a los Nueve, y en la primera jornada de Argel fué mi coselete, espejo al sol, que, Narciso, por mi se negó a las fuentes, llegando a Valladolid la misma noche del viernes que, para dicha del mundo, vos nacéis y Cristo muere