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Actualizado: 10 de junio de 2025
Todos los días, en seguida de comer, don Cándido, apoyado en el alféizar de la ventana de su cuarto, releía y meditaba un par de capítulos de San Marcos o San Mateo. Luego dejaba el libro, y tomando el sol y fumando cigarrillos pasaba el rato entretenido en observar cómo trabajaban unos cuantos picapedreros que, en un solar contiguo y vallado, tenían establecido al aire libre su taller.
Resuena el bronce al apagarse el dia, Muge el rebaño en torno del vallado, Y el labrador regresa á su alqueria Dejándome de sombras circundado. Ya se borra el paisage entre las nieblas: Callada está la atmósfera tranquila: El insecto murmura en las tinieblas, Y se oye el éco de lejana esquila.
Alegrósele el alma con la vista del atajo, que a su derecha se columbraba, estrecho y pendiente, entre un doble vallado de piedra, límite de dos montes. Bajaba fiándose en la maña del jaco para evitar tropezones, cuando divisó casi al alcance de su mano algo que le hizo estremecerse: una cruz de madera, pintada de negro con filetes blancos, medio caída ya sobre el murallón que la sustentaba.
5 Os mostraré, pues, ahora lo que haré yo a mi viña: Le quitaré su vallado, y será para ser consumida; aportillaré su cerca, y será para ser hollada; 6 haré que quede desierta; no será podada ni cavada; y crecerán el cardo y las espinas; y aun a las nubes mandaré que no derramen lluvia sobre ella.
También al lado y dentro del albercón, y a poca distancia de él, donde hay un vallado o seto vivo de zarzamoras, granados y madreselvas, que limita y defiende las huertas, y sobre el cual seto se pone a secar la ropa lavada, se extiende y dilata la tertulia democrática y popular con mucha charla, risotadas, jaleos y retozos, pues no faltan nunca zagalones y hasta hombres ya maduros que acuden por allí atraídos por las muchachas, como acuden los gorriones al trigo.
Estando durmiendo en el campo contestó José , se le vino acercando una culebra; pero apenas la vio venir un lagarto, que estaba en el vallado, salió a defender al tío Miguel y empezaron a pelearse la culebra y el lagarto, que era tamaño y tan grande. Pero como el tío Miguel, ni por esas despertaba, el lagarto le metió la punta del rabo por las narices.
Pues señor... viro la cabeza mismo así..., ¡con perdón de las barbas!, con mi escopeta más agarrada que la Bula..., y de repente, ¡pan!, me pasa una cosa del otro mundo por encima de la cabeza, y me caigo del vallado abajo.... Explosión de preguntas, de risas, de protestas. ¿Una cosa del otro mundo? ¿Un ánima del Purgatorio? ¿Pero él era persona o animal o qué mil rayos era?
El joven comprendió que lo mejor era poner tierra por medio, muy apesadumbrado al ver que por todas partes sólo hallaba violencias, engaños é injusticias. Pensando iba en ello y comparando aquellos episodios de su jornada con la vida monótona del convento, cuando detrás de un vallado que á su derecha quedaba vió el más raro espectáculo que imaginarse pueda.
Desde el lavadero público hasta el alto de Agua santa, ameno y risueño, se había esparcido la gente, sentándose, si podía, a la sombra de un vallado o en la pendiente de un ribazo, y si no, donde Dios quería, al raso, sin paraguas ni quitasol.
El jabalí se desplomó; y el caballero, volviendo a montar, y saltando otra vez el vallado, saludó con la gorra a las damas, alejándose a escape. Su gran capa amarilla flameaba en el viento, como bandera que se lleva el enemigo. Todos le miraron atónitos.
Palabra del Dia
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