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Actualizado: 15 de junio de 2025
Esto nos induce á dar crédito á la señora del almacen de los Panoramas, sobre el baston de Richelieu, puesto que lógico parece que descuide el baston del cardenal, quien descuida la vajilla de un rey.
Su fama de encantada le vino de su costumbre de arrojar al río la vajilla de plata de que se servía en los opíparos banquetes á que acudían muchos señores. Una red estaba tendida debajo del agua y recibía las piezas que así se lavaban.
No estaban en la cocina más que Felicia hilando y Demetria concluyendo de limpiar la vajilla y colocarla en su sitio. ¡Calla!... ¿Ya tenemos quien nos ronque á la puerta? exclamó Felicia levantando la cabeza sorprendida y mirando á su hija con sonrisa maliciosa.
Si la muerte no teme aquesta gente, El Argentino fuera mas somoso El dia de hoy, que nueva ciertamente, Se tuvo aquí de un indio belicoso. La plata y oro bello reluciente Se ha visto, no es negocio fabuloso, Que cántaros de oro á maravilla Tenia aqueste indio y gran vajilla.
Debes tener paciencia y esperar. ¡Oh, sí, ya sé! gritó. Dime que soy bueno y fiel como un perro y todas esas cosas; pero debes saber que para mí no es esa clase de juego... ¿me entiendes? No tengo dinero, y debo... mejor dicho, preciso alguno ahora... en el acto... esta misma noche. Te digo que no tengo nada declaró. Pero tienes una buena cantidad de joyas, vajilla de plata y otras chucherías.
Se mostró impaciente, huraño, imperioso; armaba con la criada cada pelotera que la vajilla retemblaba con los apóstrofes; todo porque le había servido el almuerzo diez minutos más tarde de lo que le había ordenado, o no había podido llevarle el sombrero a planchar.
Al otro lado, arreglando sobre otros dos bufetes una magnífica vajilla de plata, y un no menos rico y bello juego de cristal, estaba el tío Manolillo, ceñudo y taciturno. Ninguno de los dos hablaba una palabra. Pero como obscureció hasta el punto de que ya no se veía en la cocina, el bufón dijo al cocinero como pudiera haberlo dicho á un criado: Encended una luz.
Magnífica estatua... original pensamiento... oye: «La Aurora suplica a Diana que apresure el curso de la noche...». Ana aplaudió y atravesó el umbral. Don Víctor entró detrás diciéndose a sí mismo en voz alta: ¡Hija mía! Es otra.... Ese Benítez me la ha salvado.... Es otra.... ¡Hija de mi alma! Cenaron en la vajilla de los marqueses. Los dos tenían muy buen apetito.
Formaba extraño contraste la gran mesa adornada al gusto moderno, la vajilla resplandeciente, los criados de frac, con la tristeza y desolación de aquellas ruinas. Núñez lo encontró original en alto grado y felicitó calurosamente a Elena por más que no había partido de ésta la idea.
El guitarrista preludió un tango. La cantaora iba á modular la copla cuando Soledad exclamó con violencia: ¡Yo no bailo más que sobre la mesa! ¡Quitarme todo eso de encima! Veinte manos se apresuraron á cumplir la orden, separando la vajilla y los manjares que aún quedaban.
Palabra del Dia
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