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Actualizado: 28 de mayo de 2025
Veis también cómo los relinchos del caballo dan señales que va contento con la valiente y hermosa carga que lleva en su señor y en su señora.
¿Y de qué cosa se trata, tío? le pregunté. De una mujer. Pues si vos, tratándose de mujeres, no veis, estoy seguro de que yo me quedo á obscuras. No tanto, hermano Quevedo, no tanto; yo amo á esa mujer y tengo, naturalmente, una venda sobre los ojos. ¡Os dijo... que me amaba el tío Manolillo! exclamó Dorotea.
Deslizaos detrás de esa madreselva que rodea esa hermosa palmera con sus guirnaldas purpuradas... ¡Veis!... ¡Santo Dios! ¡es la monja! ¡es el gitano! Un pálido y débil rayo de luna jugueteaba sobre el encantador grupo.
Esa es mi opinión. ¿La religión? sí, la religión... ¡Ellos no irán a misa! eso os causa pena; es natural; pero en cambio os enviarán dinero, mucho dinero... y vos lo tomaréis y haréis bien. Ya veis como no protestáis.
¿No, eh? replicó el veterano con sorna; y dando vuelta al escudo señaló en la cara interior de éste un pequeño agujero. ¿Véis esto? Pues es que ha sucedido lo que yo esperaba; vuestro dardo ha quedado atarugado en el roble á poco de atravesar el cuero, en tanto que mi flecha ha horadado el escudo de parte á parte.
Por eso las pongo en todos los panes y en todos los bizcochos, bien que a veces se borran porque la masa crece, porque, como decía, si podemos conseguir algún bien lo necesitamos en este mundo, os lo aseguro. Espero que os lo proporcionarán, maese Marner. Es con esa intención que os he traído los bizcochos, y ya veis que las letras han salido mejor que de costumbre.
La condesa de Lemos se inclinó y salió. Ya lo veis, mi muy amada Margarita: el rey se lleva al esposo dijo don Felipe ; pero os dejo en buena compañía; adiós, tengo cierta impaciencia para saber lo urgente que me trae don Francisco... están pasando por cierto cosas extraordinarias... Adiós... adiós... Y el rey se levantó y saltó por la puerta secreta.
Recordole en consecuencia, que su misión era casarle, que eso para ella era una cuestión de honor. Por otra parte añadió , cierta tarde me habéis expuesto unas teorías sobre el matrimonio, que me parecen muy edificantes; sería lástima que tan bello programa no se convirtiese en realidad, alguna vez siquiera en la vida. ¿Pero no veis que trato de realizarlo con vos?
El Corací, con ansia dolorosa, Echad, dice, Señores, en remojo Las barbas, pues que veis cual vá la cosa, Que me cuesta el rencuentro el diestro ojo: No he visto gente yo tan bellicosa, Les dice: no penseis que esto es antojo, Que son hijos del Sol estos varones, Y mas bravos que tigres y leones.
Porque me estáis maravillando, vais creciendo, creciendo delante de mí, y ya no encuentro en vos á la educanda de las Descalzas Reales, ni á la comedianta de esta mañana. Seguid, seguid; veamos cómo me vísteis en el convento, cómo me habéis visto esta mañana y cómo me véis ahora.
Palabra del Dia
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