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EVARISTA. ¿Cuál es? PANTOJA. El hombre. No hay nada más malo que el hombre, el hombre... cuando no es bueno. Lo por mismo: he sido mi propio maestro. Pues que entre la cáfila de novios hay un preferido. Electra misma se lo ha confesado. EVARISTA. ¿Y quién es? Esto podría cambiar los términos del problema. DON URBANO. Lo sabremos... Y usted, amigo Cuesta, ¿no la interrogó?...

EVARISTA. ¿Le has visto? DON URBANO. . Allí le dejo trabajando en el despacho, con un tino, con una fijeza de atención que pasman. ¡Qué cabeza! EVARISTA. ¿Tiene noticia de la última voluntad del pobre Cuesta? DON URBANO. . DON URBANO. Si lo está, no se le conoce. Es tal su entereza, que ni en los casos más aflictivos deja salir al rostro las emociones de su alma grande...

Coronel urbano D. José Forneguera; el Reverendo Padre, Dr. Fray Manuel Torres, Provincial del convento de la Merced; el Reverendo Padre, Fray Juan Manuel Aparicio, Comendador del mismo; el Sr. Dr. D. Juan Francisco Seguí, Abogado de esta Real Audiencia; el Sr. D. Pedro de Usua, vecino y de este comercio; el Sr. Dr. D. Luis José Chorroarin, Rector del Real Colegio de San Carlos; el Sr.

MÁXIMO. Viene a invitar a ustedes para la inauguración del nuevo Beaterio de La Esclavitud, fundado por Virginia. Anoche me lo dijo. EVARISTA. ¡Ah! ... ¿Pero es hoy?... EVARISTA, DON URBANO, MÁXIMO, EL MARQU

D. Pedro no era mas que príncipe de Cataluña cuando trató y concluyó su casamiento S. Raimundo de Peñafort, á disgusto del Rey D. Jaime su padre, y del Papa Urbano 4.º, que desamaba, como dice Argensola, al Rey Manfredo, y le privó de sus reinos.

DON URBANO. Como a mi Evarista. MARQU

El milagro de Bolsena, que convenció á un clérigo incrédulo de la presencia real de Cristo en el Sacramento del altar, haciéndole ver las gotas de sangre que destilaba la Hostia, obligó al Papa Urbano IV en 1264 á instituir la fiesta del Corpus.

Limpiándose las mejillas con su pañuelo, fuése la muchacha a la sala, llena de zozobra, detrás de doña Rebeca. Muy urbano y sereno, don Rodrigo la cometió a un interrogatorio prolijo y grave acerca del trato que recibía y de si convivía gratamente con aquellos señores.

Durante los meses de calor, sobre todo, la refrescante brisa de los largos pórticos de piedra, desde los cuales se contempla el mar, contribuye a que resulten unos puntos de reunión ideales para los amigos alegres que congenian y se inspiran mutua simpatía. En Ramírez, el hotel del Parque Urbano ofrece todas las noches lo que los reporteros suelen llamar "una escena brillante."

Aquella naturaleza hermosa, aunque desvirtuada por la corrección, despertaba en su impresionable espíritu instintos de independencia y de candoroso salvajismo. Pero bien pronto comprendió que aquello era un campo urbano, una ciudad de árboles y arbustos. Había calles, plazas y hasta manzanas de follaje.