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Actualizado: 10 de mayo de 2025
Mientras se vestía á toda prisa, pudo adivinar que el timón estaba funcionando violentamente y el buque cambiaba de rumbo. Al subir, le bastó una ojeada para convencerse de que el vapor no corría peligro. Todo en él presentaba un aspecto normal. El mar, todavía obscuro, batía mansamente sus costados, mientras seguía avanzando con una marcha uniforme. Las cubiertas estaban limpias de pasajeros.
En la llanura, los campos están por todas partes cubiertos por una capa uniforme: sólo suele verse algo de verdura en los parajes regados recientemente.
Y sin aguardar más resuelve confundirlos. No se despoja de una sola prenda del uniforme, que esto queda para los neófitos; toma vuelo, y al llegar al borde del agua se vuelve y da el salto, pero con tan mala fortuna que los pies se le enredan en unos juncos y cae de espaldas tan largo como era enmedio del arroyo.
Pronto, igualmente, mi antigua ciudad nativa se me presentará al través de la bruma de los recuerdos que la envolverá por todas partes, como si no fuera una porción de este mundo real y positivo, sino una gran aldea allá en una región nebulosa, con habitantes imaginarios que pueblan sus casas de madera, y pasean por sus feas callejuelas y su calle principal tan uniforme y poco pintoresca.
Cuando ella deseaba venir á la iglesia, tenía que obligarle á que se marchase por una hora ó dos al atrio del Casino con sus compañeros de armas. ¡Las visitas del joven inválido representaban tanto para Alicia!... Eran como una caridad. Me forjo la ilusión de que es mi hijo. Sus pocos años y su uniforme ayudan á este engaño.
Cuando ésta se fue a misa con Rosita, advertí que el señor se daba gran prisa por meter en una maleta algunas camisas y otras prendas de vestir, entre las cuales iba su uniforme. Yo le ayudé y aquello me olió a escapatoria, aunque me sorprendía no ver a Marcial por ninguna parte.
En seguida el verdugo, que era un negro esclavo del infeliz corregidor, le arrancó el uniforme en señal de degradación, le vistió una mortaja y le puso la soga al cuello.
Sarto me llevó apresuradamente al cuarto del Rey, donde me puse el uniforme de coronel de la Guardia Real, no olvidando preguntar a Sarto, mientras me calzaba las botas, qué había sido de la vieja.
Allí encontramos a un guardián vestido con el uniforme de los suizos de Luis XVI, asegurando con mucho aplomo á tres señoras inglesas que él se habia batido como un león en la consabida jornada del 10 de agosto, escapando por milagro.
Y ¿qué pueden decir de usted las malas lenguas? repuso don Modesto ; ¡usted, que es la más ejemplar del pueblo! ¿Acaso hay nada seguro de ellas? ¿Qué dirá usted cuando sepa que usted con todos sus años y su uniforme y su cruz, y yo, pobre mujer que no pienso más que en servir a Dios, estamos sirviendo de diversión a estos deslenguados? ¿Qué dice usted, Rosita? exclamó don Modesto asombrado.
Palabra del Dia
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