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Actualizado: 10 de julio de 2025
Sobre un sofá de rica badana japonesa, hundido todo y despellejado, había en lugar preferente, una gran fotografía del príncipe Alfonso, con el uniforme de escolar del colegio de María Teresa, y esta dedicatoria, escrita de puño y letra del futuro monarca: «Al leal marqués de Butrón, modelo de caballeros. Recuerdo del 2 de diciembre de 1870.
A mí siempre me ha gustado vestir bien. ¿Ven ustedes esta prenda de pieles, que ni el rey la lleva? Pues la he hecho yo; y yo también otra que guardo en casa para los días de fiesta, con cintajos de colores y espejuelos que quitan la vista: un uniforme de magnate de las grandes Indias, según dice Isidrillo.
Sin embargo, en lugar de los tragalentejas; que solían venir en lo antiguo de una ciudad cercana, iban los músicos municipales casi siempre tocando y vistiendo aún el uniforme de la extinguida milicia.
Además, yo no me pongo un uniforme por nada del mundo; no me visto de máscara, ni paso por eso de disciplinas y ordenanzas... Para ser mandado, bien estaba allá en la imprenta, con un durazo como un sol todos los días. ¡Ay, cuántos como yo hay en presidio, que en otro tiempo hubiesen sido héroes!...
Con que se concluye, que el simple dicho y aserto de los indios, por los efectos que en todos tiempos ha causado, no debe despreciarse enteramente, y mucho menos cuando es uniforme y conteste entre los mismos que lo producen.
Para darle gusto, así como á su Guadalupe, se sacrificó al fin el general, vistiendo su uniforme de gala siempre que estaba en la ciudad. Al salir de operaciones volvía á cubrirse con el enorme sombrero mejicano, poco menor que un paraguas, única prenda uniforme de sus soldados en tiempo ordinario.
Era un hombre de cuarenta años, enjuto de cuerpo, con el pelo y el bigote algo canosos, pero conservando un aspecto juvenil. Tenía al andar cierto aire marcial, como si aún vistiese uniforme, y se preocupaba de la elegancia de su indumento, á pesar de que vivía en el desierto.
Amaranta y la condesa permanecieron allí, y D. Pedro, como hombre galante no las dejaba de la mano. Gabriel me dijo Amaranta es preciso que te decidas a trocar tu uniforme a la francesa por este español que lleva nuestro amigo.
La masa verde, uniforme y grandiosa, se presenta como iluminada: parece que bajo el azul del cielo la tierra está completamente ocupada por árboles y agua. Ante mi vista corre un río rápido, imponente.
Es fama que el 26 de abril de 1784 el virrey don Agustín de Jáuregui recibió el regalo de un canastillo de cerezas, fruta a la que era su excelencia muy aficionado, y que apenas hubo comido dos o tres cayó al suelo sin sentido. Treinta horas después se abría en palacio la gran puerta del salón de recepciones; y en un sillón, bajo el dosel, se veía a Jáuregui vestido de gran uniforme.
Palabra del Dia
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