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Actualizado: 19 de junio de 2025
Toma lo que es tuyo, y vete: y quiero dar
Tal vez más adelante, ¡pero ahora!... Ahora quiero ser tu compañero, tu hermano, lo que tú quieras que sea, pero al lado tuyo. ¿Por qué huyes de mí? ¿por qué me cierras tu puerta como á un extraño?... Continuó desordenadamente sus quejas, sus protestas, sus rencores, por aquel alejamiento inexplicable.
Vive tranquilo; te juro que ese niño no es tuyo. Juan reprimió un suspiro de desahogo, y acentuando el fervor amoroso, por disimular la emoción, repuso a modo de acusador: Entonces, infame... sí, perdóname, infame, ¿qué cariño era el tuyo, qué pasión era aquélla, si cuando apenas me fui te entregaste a otro y con tal entusiasmo que... ¡ahí están las pruebas!
¡Ah, venturoso Mauricio! ¡Ah, infeliz Focas! ¿Quién vió Que, para reinar, no quiera Ser hijo de mi valor Uno, y que quieran el tuyo Serlo, para morir, dos?
Enrique, este papel es una carta Que del Rey albanés recibo agora: Contiene, en suma, una desdicha grande, Y como amigo, pídeme consejo. Yo, que no fío de mi ingenio cosas Tan arduas, y del tuyo estoy contento, Quiero que me aconsejes lo que pueda Escribirle en desdicha semejante.
Créeme, Juanita: prestándote los ocho mil reales nos exponemos a quedarnos sin ellos, y además a perder otro veinticinco por ciento, o sea, otros dos mil reales, que hubiéramos ganado dando a los ocho mil más lucrativo empleo; pero, en fin, ¿qué se ha de hacer? Mi señor esposo pierde la chaveta cuando ve un palmito como el tuyo.
Ya Salvador tenía en las manos su cartera, y tomando algunos billetes que contenía, los puso sobre el regazo de la muchacha. Yo te daré le dijo con ardor todo lo que necesites..., todo lo que quieras..., todo lo que tengo.... Ella, al mirarle, todavía encendida y confusa, le contestó: Gracias...; ¡eres tan bueno!... ¿No sabes que lo mío todo es tuyo?
Por mi parte, estoy deseando que llegue: a más cuidados tocará papá cuantos más seamos en casa. Pero... ¡sabe Dios! No hay pero que valga; parece que se te queda algo dentro del cuerpo; pues es tan hermano tuyo como ésta, que yo misma os he parido a todos. No entiendes lo que he querido decir, mamá.
¡Buen temor el tuyo! si no fuera porque Luisa no quiere escándalos, ya le hubiera yo acostumbrado á que se saliese humildemente de su casa cuando yo entrase, sólo con haberle hecho huir á puntapiés la primera vez. ¿Pero qué te ha dicho la señora Luisa? Nada; ha tomado el pañuelo, se ha puesto muy pálida y ha exclamado: ¡me quiere perder! Si fuera viuda, no temblaría así. Estremecióse Montiño.
Carola, dejándole con la palabra en la boca, recorrió las demás habitaciones en que no había muebles, y volvió al gabinete diciendo con desapudorada malicia: Chico, ¿sabes que aquí falta un mueble muy importante?: aquel que se nos desvencijó a nosotros, ¿u es que el caballero amigo tuyo trata a la señora como santo de barro, que se mira y no se toca? Déjate de eso, y pensemos en nosotros.
Palabra del Dia
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