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Actualizado: 2 de octubre de 2025
Y descartados don Juan y el comerciante, doña Manuela volvió a la carga; el hijo intentó resistirse, pero al fin le aturdieron las caricias maternales y firmó cuanto quiso la mamá. La consideración de que parte de aquel dinero era para pagar el abono de las tres butacas que la familia tenía en el Principal a turno impar le hizo decidirse.
Así discurría, sobre poco más o menos, la marquesa de Montálvez dos horas después de salir de casa de don Santiago Núñez, mientras se desnudaba... para vestirse otra vez con mejores galas, antes de sentarse a la mesa, porque aquella noche le correspondía el turno en el Real, cuya temporada había de concluir pronto; con lo que se declara que había empezado ya la primavera, húmeda y desapacible, por más señas.
Concha se había puesto grave otra vez, sentándose y haciendo un gesto imperioso a la niña para que se acercase. Tocábale el turno a la gramática. Aquí andaba peor todavía que en la historia, séase por la falta de memoria o porque el miedo la turbase. Comenzó el vapuleo: un ballenazo ahora y otro después y otro y otro.
Lo mismo decían los que estaban en la antesala, gente menuda, con blusa unos y chaqués raídos otros, todos hombres de fe, que llevaban sus ahorros al santuario de la honradez, y mientras aguardaban el turno cuchicheaban, haciéndose lenguas de sus virtudes.
Ahora cogia una riquísima manteleta, se la ponia sobre los hombros y daba una vuelta majestuosa por todo el gracioso salon; despues echaba mano á un velo y volvia á pasear, dando á su cabeza y á su talle todo el aire posible para producir el efecto artístico; luego tocó el turno al chal dorado, y dejaba caer la espalda hacia atrás, con el fin sin duda de que la punta del pañuelo lamiera la alfombra, y formara así alguna honda de buen gusto y algun reflejo deslumbrador.
¡Ya lo creo! Hay de todo allí... Y a propósito, esta noche lo esperamos. Ahora me había llegado el turno de hacer medicina a mi modo. Le dije que mi propia sustancia había cumplido ya su papel curativo la noche anterior, y que no pensaba ir más. Ayestarain me miró fijamente: ¿Por qué? ¿Qué le pasa?
Pensaba en los incidentes de la tarde, en su impaciencia, que no había podido disimular, de volver a ver a Huberto, y en el placer mezclado de angustia que había experimentado al encontrarlo siempre encantador, enamorado, amable, ¡pero tan frívolo!... Por turno se presentaron a su imaginación las caras amigas de las Blandieres, de Platel, de la señora d'Ornay.
El simple intento de tornar una de sus manos provocaba en ella una resistencia poderosa. «Eso, luego...» Estaba pronta á casarse con el godo; quería ver España... Y el médico hubiese cumplido sus deseos, de no avisarle una buena alma que á altas horas de la noche entraban por turno otros del país á oír las romanzas á solas... ¡Ah, las mujeres!
La otra serranía, formando á su turno otro arco, siempre convergente hácia el poniente, y reproduciéndose en un círculo y dos ramales, determina al este la formacion curiosa de Cuenca, con el valle marítimo de Valencia, y vuelve á bifurcarse en las cercanías de Alcaraz.
Había recelado Morsamor hallar oposición en el señor Vandenpeereboom, pero se llevó agradable chasco. El señor Vandenpeereboom siempre con la fría suavidad y con la lentitud de sus palabras, dijo de esta suerte, cuando le llegó el turno de hablar: En los peligros grandes el temor es casi siempre mayor que el peligro. Mucho aventuramos, pero, ¿quién sabe?
Palabra del Dia
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