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Actualizado: 11 de mayo de 2025


Después que hubo descansado unos momentos el magnate, bajó a comer en traje de tiqueta. Cosío lo mismo. Don Rosendo había cambiado la hora española de comer por la francesa. Al verle entrar de aquel modo, la familia se turbó. Sin duda Belinchón, su hijo y su yerno habían dado una pifia no poniéndose el frac. Venturita se lo hizo notar ásperamente a su marido en voz baja.

Esta atroz circunstancia, que era la condenación de la tentativa de la señorita Guichard, no turbó á Bobart, que no vió en la confidencia de Clementina sino una dificultad más. No pensó ni un segundo en la dicha de aquellos jóvenes, en su porvenir, en todo lo que podían perder de esperanza, de paz y de alegría en aquel enredijo judicial. El abogado respondió con una risa espantosa. ¡Bah!

A este nombre se turbó la güéspeda, y dijo: -Señor, lo que en ello hay es que no tengo camas: si es que su merced del señor oidor la trae, que debe de traer, entre en buen hora, que yo y mi marido nos saldremos de nuestro aposento por acomodar a su merced. -Sea en buen hora -dijo el escudero.

Sólo un hombre con cien millones de pesetas de capital se podía autorizar tanto resoplido y escupitajo. El oficial se turbó un poco a su vista. El banquero, con la perspicacia que le caracterizaba, supo aprovechar este predominio. ¿De qué se trata, eh?

Estas cariñosas quejas parecían todas sin intención y como nacidas del filial afecto; pero al mismo tiempo era un cruel interrogatorio, que turbó a don Paco, y al que tuvo que hacer un esfuerzo para contestar. De nada valía el disimulo. Era menester contestar con franqueza, y don Paco, armándose de valor, contestó de esta suerte; Tienes razón en quejarte, hija mía.

¿Pero crees en todas esas cosas del infierno y la gloria, tan vulgares, tan groseras como las pinta ese libro? La firme mirada de Aresti turbó á su primo. Como creer... no puedo afirmarlo rotundamente. Me asaltan dudas, y me callo por no molestar á mi director. Pero todo esto me causa cierto bienestar. Lo absurdo me entretiene, me deleita, me vuelve á la tranquilidad de la niñez.

Un extraño temblor le hizo dar diente con diente; sintió la frente bañada por un sudor frío; se le turbó repentinamente la vista, y cayó al suelo sin conocimiento. Cuando lo recobró, estaba en brazos del sacristán y dos o tres labriegos que por allí andaban. Le habían bañado la cara con agua fría, le abrieron la sotana y le quitaron el alzacuello. Uno le echaba el humo del cigarro a la nariz.

Y lo mismo a los que en las viñas, desobedeciendo a los amos y con el orgullo de saber leer, enteran a sus compañeros de las majaderías que traen los periódicos... A Fernando Salvatierra, cuatro tiros... Pero el señorito, apenas dijo esto, pareció arrepentirse. Un rubor instintivo turbó su facundia. La bondad y las virtudes de aquel rebelde infundíanle cierto respeto.

Hasta Mariquita, la sobrina del Vara de plata, encontraba cierta satisfacción para su amor propio protegiendo con una tolerancia desdeñosa a aquella infeliz que en otro tiempo atraía la atención de todos los hombres que visitaban el claustro alto. La curiosidad sólo turbó la calma de las Claverías durante una semana.

Mercurio se turbó, la gente estaba Suspensa al triste son, y en cada pecho El corazon mas valido temblaba. En esto descubrióse el corto estrecho, Que Scila, y que Caribdis espantosas, Tan temeroso con su furia han hecho. Estas olas que veis presuntuosas En visitar las nubes de contino, Y aun de tocar el cielo codiciosas.

Palabra del Dia

hociquea

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