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Actualizado: 14 de junio de 2025
Quisimos auxiliar al maestro, pero no nos era posible por hallarse distante; y aunque el infeliz no recibió golpe de arma alguna, las herramientas de puños y codos le hacían mucho daño. Al fin, acosado por todos, huyó, corriendo velozmente por la escalera abajo, dando no pocos tumbos y costaladas.
Confundidos en una sola masa, los furiosos monstruos van dando tumbos semanas enteras, no pudiendo, á pesar del hambre que les devora, resignarse al divorcio, ni desprenderse el uno del otro, y hasta en plena borrasca, véseles invencibles, invariables en su salvaje abrazo.
Aquel pobre corazón hipertrofiado, que como un trágico reloj contó las horas del hambre, del abandono y de la lucha grotesca y terrible para buscar un poco de calderilla, a las cuatro de la madrugada, iba como un polichinela roto, dando tumbos por las encrucijadas de la miseria. Hace algunos meses Santaló estaba contento.
Pasaban lujosos equipajes, camino de Palermo; en la calle, demasiado estrecha, no había espacio para todos: al lado de elegante victoria, marchaba enorme carromato, cargado de cajones, o de pipas o de sacos, dando tumbos en los baches del empedrado, con espantoso chirriar de ruedas; se encabritaban los caballos, juraban los cocheros, y había linda cabeza que se asomaba a la portezuela, con inquietud o impaciencia.
Y no me pidas otra cosa, y queda con Dios. Orizaba, a 30 de Julio de 1893. La diligencia iba que volaba. Sin embargo, me parecía lenta y pesada como una tortuga. Ya no me causaba repugnancia el hedor de los cueros engrasados, ni me ahogaba el polvo, ni me arrancaban una sola queja los tumbos del incómodo y ruidoso vehículo.
Si yo erraba el golpe, como sucedía casi siempre, él me le enmendaba, si no se le había anticipado la espingarda de Chorcos desde donde menos podíamos esperarlo; y notaba yo, en el primer caso, cierta complacencia maliciosa en la mirada que me dirigía, mientras pataleaba la víctima en el suelo o descendía de los aires dando tumbos, como si quisiera decirme: «¿Vey usté cómo no val un pitu esa escopeta, con ser tan maja como es?» Pero Chisco se engañaba grandemente, porque el arma era inmejorable, y las municiones muy dignas de ella.
Estamos en los sombríos reinos del gas... Pues volvamos arriba por esta otra escalera que se nos viene a la mano... ¿Qué es esto? ¿Nos hallamos otra vez en el ala de Oriente? Sí, porque mirando al patio por esta ventana, la cúpula está a nuestra derecha... Crea usted que ese bosque de chimeneas me causa mareo. Paréceme que navego y que toda esta mole da tumbos como un barco.
Puso el médico en aquella carne virginal el ascua de sus labios, y salvó los umbrales de la portalada antes de que doña Rebeca se presentase en el portal.... Rodó un coche dando tumbos por la áspera cambera lindante con la casona, y en las habitaciones de la misma hubo un revuelo de faldas y un atisbo fisgón a la vera de los balcones.
Ya lo hicimos dijo Encarnación mirando al Majito . Apandó los chirimbolos, y cuando el otro venga tendremos la de no te menees». El Majito se dejó ir con grave paso por la calle de Moratines abajo. Era el día ventoso, frío y seco, hijo maldito de la malditísima primavera de Madrid. La cola de las gallinas que andaban por la calle se doblaba también, obligándolas a dar tumbos entre el fango.
Una diputación de magistrados lo recibió con toda la etiqueta de rigor. Supongo que quedaría satisfecho de la arenga. Si los chinos adoran la etiqueta, los marinos no la detestan. Se le izó sobre un caballejo. Desde aquí le veo trotando y dando tumbos. Doce jóvenes vestidos de seda de color de rosa marchaban a sus lados, con una pluma de pavo real en la mano.
Palabra del Dia
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