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Actualizado: 25 de junio de 2025
Con todo su ingenio y travesura no pudo la anciana convencer al marroquí de la oportunidad de volverse al Madrid alto. «Y no sé le dijo echando mano de todos los argumentos , no sé cómo vas a arreglarte para vivir en este monte de tus penitencias.
No fuera yo Fígaro, ni tuviera esa travesura y maliciosa índole que malas lenguas me atribuyen, si no sacara a luz pública cierta visita que no ha muchos días tuve en mi propia casa.
Cuando, vencida una cumbre, se me presentaba otra más elevada aún, solía detenerme y preguntarme si no era juguete de alguna travesura colosal. ¿A dónde voy? ¿Cómo es posible que allá, tras esos cerros gigantes, en esas cimas que se pierden en las nubes, habite un pueblo, exista una ciudad, una sociedad civilizada?
Cierto que había, desde un principio, ideado acompañarse del niño para dar más viso de verdad a su condición de casada; pero, a pesar de su travesura, jamás imaginó, ni entró en sus cálculos, excitar a Juan martirizándole con la creencia de que el chico pudiera ser suyo; y en aquel momento comprendió, por fortuna, que el recurso que a las manos se le venía era efímero y de muy peligroso aprovechamiento.
Las alegrías que no había tenido en su niñez, el gozo y el contento de que no había gustado en los primeros años de su juventud, la bulliciosa actividad y travesura que una madre adusta y un marido viejo habían contenido y como represado en ella hasta entonces, se diría que brotaron de repente en su alma, como retoñan las hojas verdes de los árboles, cuando las nieves y los hielos de un invierno rigoroso y dilatado han retardado su germinación.
Lavábale y planchábale los pañuelos del cuello, le hacía el lazo de la corbata, ocultaba con alguna piadosa mentira sus fechurías, y de vez en cuando le metía en el bolsillo alguna peseta. Eduardito, como niño mimado, la trataba sin pizca de miramiento, desvergonzándose con ella en cuanto le reprendía cualquier travesura.
Algo se derrumbaba dentro de ella, y perdiendo toda entereza, rompió a llorar como un niño a quien le descubren una travesura gorda. Doña Lupe se vanaglorió mucho de aquel cambio de tono, que consideraba obra de sus facultades persuasivas. Fortunata se dejó caer en una silla, y más de un cuarto de hora estuvo sin articular palabra, oprimiendo el pañuelo contra su cara.
Carrascosa era hombre de mucha travesura y socaliña, sutil como el aire, capaz de urdir en el seno de las familias las más hábiles marañas; iba y venía sigilosamente su color de preparar fiestas, de arreglar procesiones, y era, en resumen, un pícaro tercero. Así le llamamos por no darle otro nombre un poco soez, que alguien le aplicó oportunamente y conservó entre muchos con justicia.
Dejarla manifestó con benevolencia la Petra , por si tiene que ir a ganarlo; que nosotras ya lo hemos ganado». Interrogadas por Almudena, refirieron que habiendo cogido la Diega unos dineros que le debían dos mozas de la calle de la Chopa, se habían lanzado al comercio, pues una y otra tenían suma disposición y travesura para el compra y vende.
Cuando la comprendieron, los unos echaron a correr llevados de un compasivo horror; los otros rompieron a llorar con ese clamor intenso, sonoro, dolorido, que indica en ellos la intuición de las grandes desdichas. Aquello no era una travesura; era algo más. Aquello de que estaba manchado Zarapicos no era el almagre de que se pintaban alguna vez para jugar; era sangre, ¡sangre!
Palabra del Dia
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