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Actualizado: 17 de junio de 2025
Aquella travesía resultaba peligrosa; reinaba á bordo una continua vigilancia por miedo á los submarinos y á las minas flotantes; pero Gillespie tenía entonces como inseparables compañeros la alegría de una juventud ansiosa de aventuras y el entusiasmo del que va á exponer su vida por un ideal generoso.
Llegué á esta última ciudad que ya he descrito al hablar de Suiza, y desde Ginebra á Berna, encontré mas comodidades que en ningun pueblo de Europa. Hice la travesía en catorce horas, pasando por Yverdon y Neuchatel, viajando en vapor por lagos, en vapor por tierra, en diligencia y en ómnibus, todo en poco tiempo, y admirablemente bien.
Desgraciadamente murió en la travesía de Liverpool a Nueva York y el capitán le hizo arrojar al agua. Don Diego y el doctor hubieran dejado muy a gusto de oír semejante discurso e iban a rogar a su vecino que cambiase de conversación, cuando el joven inglés tomó la palabra. Pues yo, señor dijo , hace dos años estaba tan enfermo como esa joven que hemos visto pasar.
En esta travesía tuvo lugar una vez la extraña escena que sigue. Las cuchilladas, tan frecuentes entre nuestros gauchos, habían forzado a uno de ellos a abandonar precipitadamente la ciudad de San Luis, y ganar la travesía a pie, con la montura al hombro, a fin de escapar de las persecuciones de la justicia. Debían alcanzarlo dos compañeros tan luego como pudieran robar caballos para los tres.
Luego sonrió levemente, moviendo los hombros lo mismo que si hubiese escuchado algo absurdo... ¿Acaso los alemanes tenían submarinos en el Mediterráneo? ¿Podía una de estas máquinas navegantes, pequeñas y frágiles, hacer la larga travesía desde el mar del Norte al estrecho de Gibraltar?
Si le pasa algo en la travesía... ó se enferma... ó muere, me ha de quedar un poco de escozor en el alma. Aunque ya no me inspira interés, no quisiera hacerle daño... Porque en el fondo no es malo; ¿sabes? No tiene más que mucha fantasía en la cabeza. En cuanto se le quite será un buen hombre... Francamente, sentiría mucho que le sucediese algo malo... ¡Pobre Velázquez! Sí, ¡pobre Velázquez!
Hemos tenido un tiempo magnífico; la travesía ha sido feliz; nuestro yate es capaz de andar diez y ocho nudos por hora durante doce, sin sufrir avería. El resultado dependerá de la actividad con que os ayudemos mañana por la noche. Puede usted contar con que todo se hará según su deseo. Yo no dejaré el puente y ¡qué diablo! si hay que jugar el todo por el todo pura socorreros, se jugará...
El abate Constantín se preparaba a tomar el camino de Longueval; pero Pablo al verlo pronto a partir, exclamó: ¡Oh! no, señor cura, no haréis a pie por segunda vez, con semejante calor, la travesía hasta Longueval; permitidme que os lleve en carruaje. Siento mucho veros tan triste, y procuraré distraeros. ¡Oh, por más santo que seáis, algunas veces os hago reír con mis locuras!
La travesía del Pacífico no sabíamos lo que nos reservaba. Zaldumbide veía únicamente la manera de desquitarse de sus pérdidas anteriores, y dijo: Si nos molestan los chinos, los echaremos al agua. Zaldumbide no tenía ninguna simpatía por los celestes, y se le había ocurrido que era más cómodo, en caso de necesidad, en vez de echar agua a los chinos, echar los chinos al agua.
No tuve la curiosidad de ver cuánto tardamos en la travesía; pero á mí me pareció sumamente larga. Excuso decir que á mi mujer la pareció infinitamente más larga que á mí, porque no se fija en las cosas con la intencion de estudiar y aprender, sino con el ahinco, franca y netamente español, de hacer burla de los franceses, y el aliciente de la murmuracion dura poco.
Palabra del Dia
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