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Actualizado: 17 de junio de 2025


El navio inglés se llamaba El Argonauta. El médico de este barco era una excelente persona; no tuve ningún inconveniente en contarle mi vida, sin ocultarle nada. El dió de buenos informes e influyó, seguramente, para que no me colgaran de una verga. Durante la travesía de las Canarias a Plymonth me trataron bien los ingleses.

Cuando volví a la travesía de la Concepción, las ventanas de mi cuarto estaban cerradas, y la vela expiraba con resplandores lívidos, en su palmatoria de latón.

A la una de la madrugada llegué á Calais, embarcándome por la vez primera: la travesía hasta Douvres la hice en dos horas, sin haber sentido la mas leve incomodidad. En Douvres nos registraron apénas el equipaje, nos dieron un documento para poder salir de Inglaterra, vieron nuestros pasaportes, recobramos el camino de hierro, y á las cuatro horas entramos en Lóndres.

Neptuno, al ver desde sus profundidades que un buque iba a pasar la línea ecuatorial, entrando en el otro hemisferio, enviaba a su emisario Tritón para que los pasajeros que efectuaban por primera vez la travesía le rindiesen pleito homenaje sometiéndose a la ceremonia del bautizo.

Desde esta laguna hasta pasar á la otra parte del monte, hay de travesía, por una parte, setenta leguas, en parte mas, y en parte menos: con la advertencia de que en medio de este monte habitan otros indios llamados Mayuluches, y serán como cuatro ó cinco mil por todos; los cuales salen á correr las campañas por la parte del poniente; y es gente muy belicosa, doméstica y amigos de los españoles.

Durante la larga travesía había leído todos los volúmenes que llevaba con él y los de la biblioteca del buque, que por cierto no eran nuevos ni abundantes. Una tarde, cuando el paquebote debía hallarse cerca de la antigua Tierra de Van Diemen, el ingeniero, que dormitaba tendido en un sillón del puente de paseo, vió un libro abandonado en el sillón inmediato.

Ya en la travesía, le salieron á Sebastián amigos y valedores. Admitido en poderosa casa de comercio, subió desde la plaza más ínfima á la más alta, siendo primero el hombre de confianza, luego el socio, por último el amo.

Pasé unos pocos días en París preparándome para la larga travesía y despidiéndome de las comodidades de aquella vida que, una vez que se ha probado, con todas sus delicadezas intelectuales y con todo su confort material, aparece como la única existencia lógica para el hombre sobre la tierra. ¡Qué error, qué triste error el de aquellos que no ven a París sino bajo el prisma de sus placeres brutales y enervantes!

Pero, aunque en mi imaginación buscaba las mejores razones para tranquilizarme, me asustaba de misma y partí con el secreto presentimiento de que me amenazaba una nueva desdicha. Tuve una travesía feliz, y llegué a Cartagena con un tiempo hermoso. »El viaje de la Corte había dado a las poblaciones una animación extraordinaria.

Pero indudablemente iba a fallecer durante la travesía, tal vez en la misma noche, y lo echarían al agua. Había que desembarazarse prontamente de estos fardos, que únicamente sirven para entristecer a los demás. En los buques sólo pueden tolerarse los cadáveres de los ricos, porque van convenientemente embalsamados y sus herederos pagan bien.

Palabra del Dia

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