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Actualizado: 16 de junio de 2025


Del primer resoplido, al morder el helado, fué éste con la copa hasta la mesa inmediata; y como el que ha tragado polvos de salbadera, Seturas escupía, se sonaba las narices y gritaba pidiendo agua, empeñado el iluso en que aquello abrasaba; y, por último, comenzó á estornudar ... ¡pero de qué modo!: cada estornudo era un cañonazo bajo los relucientes techos del café, acompañando á cada explosión una lluvia menuda que fué la delicia de los inmediatos parroquianos, durante las quince ó veinte veces que las mucosas de don Silvestre le dijeron «agua va». El estrépito duró un par de minutos.

A lo cual dijo doña Clara: Pues porque otra vez venga, no quiero dar nada ahora a Preciosa. Antes si no me dan nada dijo Preciosa , nunca más volveré acá. Mas volveré, a servir a tan principales señores; pero trairé tragado que no me han de dar nada, y ahorraréme la fatiga del esperallo.

Os engañáis, mi buena duquesa dijo Felipe III abriendo la puerta secreta del dormitorio y asomando la cabeza ; vuestro amigo el duque de Lerma despacha solo en mi despacho, porque yo me he perdido. Y franqueando enteramente la puerta, adelantó en el dormitorio. La duquesa hubiera querido que en aquel punto se la hubiera tragado la tierra.

En dos días me había tragado un número harto considerable de noticias referentes a la guerra, sacadas de la biblioteca misma de aquel extraño personaje. Tenía la cabeza mareada y corría grave peligro de equivocar los datos y decir algún disparate. Pero, comprendiendo que en la situación en que me hallaba hacía falta serenidad y osadía, me dispuse a responder con aplomo a todas las preguntas.

La buena de doña Juana de Velasco, vale de oro todo lo que pesa; en hablándola de mi padre, no sabe ser suya: es mucho lo que admira, mucho lo que venera, mucho lo que sirve la duquesa á su excelencia, y ha tragado el anzuelo... hasta el cabo... ¡lindezas dirá esta carta!

Miró y no vio nada en la negra boca. Oía, , los gruñidos de Choto que corría por la vertiente en derredor, describiendo espirales, cual si le arrastrara un líquido tragado por la espantosa sima. Trató de bajar Teodoro y dio algunos pasos cautelosamente. Volvió a gritar, y una voz le contestó desde abajo: Señor.... Sube al momento. No recibió contestación. ¡Que subas!

No volverán». Al decir esto, un terrible chasquido sonó bajo nuestros pies en lo profundo del sollado de proa, ya enteramente anegado. El alcázar se inclinó violentamente de un lado, y fue preciso que nos agarráramos fuertemente a la base de un molinete para no caer al agua. El piso nos faltaba; el último resto del Rayo iba a ser tragado por las olas.

A fe añadía entre dientes que cuando le eche la vista encima a mi señor sobrino, le espeto lo que viene al caso, por matar así a disgustos a aquella pobre Matilde que es un ángel. Mientras se solazaba Pilar de manera tan conforme a sus inclinaciones, aguardábala Lucía en el balcón del chalet. A aquella hora, nadie estaba en casa, ni Miranda, ni Perico; el Casino se los había tragado a todos.

Continuó después de algunos segundos de silencio: Ya ve usted que no tenía mucho por qué envidiarme mi hermana.... ¡Cuánta hiel he tragado, Julián! Cuando lo pienso se me pone un nudo aquí.... El capellán pudo al fin expresar parte de sus sentimientos.

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