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Actualizado: 5 de mayo de 2025
Rompió el papel. Isidora y Martín lo creyeron porque lo estaban viendo; que si no, no lo hubieran creído. «Eso se llama hombre cabal.... D. Francisco, muchísimas gracias dijo Isidora conmovida. Y el otro, tapándose la boca con las sábanas para contener el acceso de tos que se iniciaba: ¡María Santísima, qué hombre tan bueno!
Las tísis mucosas pueden en estas circunstancias curarse con dulcamara; sus síntomas son: la ronquera, la tos mucosa y aun hemotóica, dolores lancinantes en el pecho, opresion, sequedad de la piel, agravacion vespertina, pulso tirante, sudor nocturno.
¡Pues sí, quiero ir a Madrid! ¡quiero ir a Madrid! ¿Qué hay...? Y tú te darás por muy satisfecho con que te admita en mi hotelito y no te deje aquí para siempre entre las vacas y las ovejas... Al fin, cansada de golpearle, se dejó caer a su lado en el diván. Reynoso, acometido de un acceso de tos, estuvo algún tiempo sin hablar. ¿Pero es de veras que quieres ir a Madrid?
La tos que le entró parecía anunciar un ataque de hemoptisis. «Hija mía le dijo su mamá, viéndola ir hacia el balcón , no te asomes, que estás sudando. Toma, ponte esta toquilla». Y se la ponía, y no pudiendo refrenar las ganas de salir al balcón, salió con Fortunata, y ambas estuvieron contemplando el alma en pena que se paseaba en la acera de enfrente.
Retirose la dueña, y D. Evaristo volvió a su tema: «Lo primero que has de tener presente es que siempre, siempre, en todo caso y momento, hay que guardar el decoro. Mira, chulita, no me muero hasta que no te deje esta idea bien metida en la cabeza. Apréndete de memoria mis palabras, y repítelas todas las mañanas a renglón seguido del Padre-nuestro». Después le entró tos.
Ella, además, conocía a sus parroquianos, los clasificaba según su estado de salud, llevaba de memoria la lista de las casas sanas y la de aquellas otras donde había señores amarillentos, siempre encorvados por la tos o que mostraban enfermedades repugnantes. Yo tengo unas manos de oro para el guisoteo; ¿te enteras, pequeño? Caliento la comida buena y hago unos ranchos que tien fama en el barrio.
En el fondo de la iglesia, frente al altar, había una gran reja que se alzaba desde el suelo al techo; tras esta reja percibíanse vagas claridades movibles y un murmullo sordo, de cuyo conjunto se destacaba de rato en rato una tos o una sílaba que repetían los ecos de la bóveda.
Don Antero... usted también... por aquí... Me alegro... así... podrá usted dar fe pública... como escribano... espiritual... digámoslo así... de esto que digo... y es todo mi testamento: que muero, yo, Santos Barinaga... por falta de líquidos suficientemente... alcohólicos... que muero... de... eso... que llama el señor médico.... Colasa... o Colás... segundo.... Se detuvo, la tos le sofocaba.
La repugnancia de la zona del Sur y el desconsuelo de la del centro la llevaban a las afueras, con gran gusto de D. José, que amaba el campo y los retozos pastoriles. Julio hacía de Madrid una sartén. Riquín fue atacado de las tos ferina, y era preciso llevarle a otra parte. ¡Pobrecito Anticristo!
Como el dueño del boliche estaba ausente, Friterini, detrás del mostrador, imitaba el aire del patrón, mientras leía con arrobamiento un periódico italiano, viejo y sucio. Levantó Manos Duras sus ojos, avisado por una tos discreta, y vió en la puerta á la mestiza, que le hacía señas para que saliese.
Palabra del Dia
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