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Actualizado: 19 de mayo de 2025
No terminé la frase, pero la adivinó, porque dijo en seguida: No, señor, no: ¡jamás!... Y dirigió al cielo su mirada, ignoro si para tomarlo por testigo o para implorar su protección. En aquel instante se oyó una voz avinagrada: era la de la Vizcondesa. El general tenía frío: las emanaciones del lago le sentaban mal y era necesario partir.
Se retiró un instante y volvió trayendo el crucifijo de bronce, que me pasó al través de las rejas. Al tomarlo me apoderé de aquella mano morena y firme y la besé cuantas veces pude con voraz glotonería. ¡Basta, chiquillo! ¿Crees que se va a concluir de aquí a mañana? Me retiré de la reja con pena, ebrio de amor y de alegría.
Si a la distancia de diez leguas de su habitación el gaucho echa de menos su cuchillo, se vuelve a tomarlo, aunque esté a una cuadra del lugar adonde iba; porque el cuchillo es para él lo que la respiración a la vida misma.
Y la luna, ¿no es verdad? exclamó el duque con impaciencia . Le creía a usted, doctor, hombre de más talento y de más vista. ¡Coche! ¡casa! ¡buena alimentación! ¡Vaya usted a buscarme todo eso y se lo daré! El doctor respondió sin inmutarse: Ya se lo traigo a usted, señor duque, y no tiene usted más que tomarlo. Los ojos del duque brillaron como los de un gato en la obscuridad.
El traje de la india rica, que hoy se confunde con el de la mestiza, es sumamente gracioso. No siendo una mujer verdaderamente fea, parece bonita con el pintoresco atavío de las hijas del Oriente. Ahora sí, lo que debemos manifestar es que el aire para llevar ese traje es preciso tomarlo desde el vientre de la madre.
Y en último resultado hay que tomarlo todo con calma... con calma... con calma; porque lo que es de tomarlo á pechos no se saca nada... La fe es muy buena para salvar las almas, pero los cuerpos... nequaquam. En la política pienso yo que no basta ya aquello de ver y creer, sino que es necesario ver y tocar... ¿no es verdad, mi amigo, no es verdad?... ¡eh! ¡eh! ¡eh!...
Al cabo, aburrido de tanta perplejidad, resolvió dejarlo en la cuadra bien cerca de la puerta para poder tomarlo al instante cuando le pluguiese. Antes de salir le dió pienso. Lucero quedó maravillado de la enorme cantidad de cebada que le echó en el pesebre. ¡Este chico se va á arruinar! Con tanta cebada había para seis veces.
¡Tomar dinero de una mujer!... ¡Nunca! dijo Castro, perdiendo su sonrisa irónica. Acabarás por tomarlo si andas entre mujeres, siendo pobre. Las de nuestra época no tienen otra preocupación que el dinero. Cuando su amante es un hombre rico, se lo piden aunque posean una gran fortuna. Creerían valer menos si no lo hiciesen. Y si les gusta un pobre, le fuerzan á que reciba sus dádivas.
¿Y cómo creerla?... ¿Dónde están las pruebas?... ¿Quién me las dará?... El tiempo. ¿Qué haré, pues?... Esperar. ¿Y no me dará usted alguna prenda de su amor?... Judit dejó caer el ramo de flores que tenía en la mano, y mientras Arturo se inclinó para tomarlo, ella se lanzó al corredor y desapareció.
Pasamos un puente, á cuya izquierda hay un guardia civil: mi mujer se baja del carruaje, besa la tierra, y da un napoleon al guardia, que no quiere tomarlo. Estamos en España. Al oir mi mujer que estamos en España, las órbitas la saltan de los ojos, y tartamudeaba de alegría.
Palabra del Dia
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