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Actualizado: 4 de junio de 2025


Combinando de distintos modos los rayos luminosos, y dirigiéndolos del modo conveniente, sabemos que podemos modificar nuestra sensacion: pero en esto mismo no hay mas que conocimiento científico de la extension en el medio de que nos valemos, y sensacion experimentada á consecuencia de él. Todo lo demás nos es completamente desconocido. Esa resistencia que sentimos cuando lo tocamos.

No vemos ni imaginamos, blanco ó negro, no tocamos ni imaginamos, caliente ó frio, blando ó duro, sin extension en que residan la blancura ó negrura, la blandura ó la dureza, el calor ó el frio. Así la extensión podria quizás merecernos el honor de substancia, si no estuviese sujeta á otra condicion que la priva de este título.

Mas en estos estrechos términos que nunca se imaginaron posibles por la ciega obediencia que hasta aquí han profesado los indios á los Padres, pero ya los tocamos ciertos y con peligro de llorarlos sin remedio, no puedo dejar de hacer presente á V. S. para descargo de mi conciencia, que después de haber obedecido al Rey nuestro señor y atendido su respeto con cuantas diligencias y medios ha ofrecido el vivo deseo de esta provincia para desempeñar la confianza con que S. M. se ha dignado fiar este negocio de nuestra lealtad, hemos llegado ya al último término de la ejecución, en que es preciso descubrir el primer blanco de la intención de los dos soberanos Monarcas, que es el del divino respeto, y el de la sangre de Jesucristo derramada por aquellas pobres almas cuyos superiores motivos tienen como diadema, esplendor y esmalte de sus coronas los reyes católico y fidelísimo, pues éstos fueron los que empeñaron con valiente resolución su cristiano celo para la conquista de las Indias Meridionales, como lo expresa el señor Alejandro VI en la bula en que señaló los límites de ambas Coronas.

¡A nada!... A la noche volví y hablé con don Casiano largamente; le expuse con toda franqueza mis aspiraciones y hasta lo que tengo y lo que tendré con el tiempo en punto a recursos: llegué a decirle que liquidaría todo y me vendría a establecer aquí; el buen viejo me trató con toda consideración; pero diciéndome invariablemente: «Vea, señor, lo que ella resuelva, estará bien... ¿qué quiere que yo me ponga a contrariarla?... háblele usted, no más... y si es por visitarla, puede venir cuando quiera». Así lo hice; el martes, casi pasé el día allí; comí con ellos, tocamos el piano, conversamos largamente; volví ayer... hemos estado horas y horas solos; pero la última palabra de la Pampita al despedirme fue la primera: «Me debo a mi padre y no lo abandonaré en sus últimos años». «¿Me permite usted que la frecuentele dije teniéndole la mano tomada. «Siempre me será grata su visita», me contestó, y cuando salí por la tranquera para venirme, la vi en el corredor; la saludé con el sombrero y ella me contestó con la mano.

Pasamos en breve el Guadalquivir, profundo, lento y silencioso, por un bello puente colgante echado sobre colosales rocas; tocamos, á unos 16 kilómetros de Baylen, en el pueblo de Menjibar, situado en terreno fértil y con unos 1,600 habitantes; y atravesando campos rugosos y bastante cultivados generalmente, dimos, á unos 36 kilómetros adelante, con la curiosa ciudad de Jaen, de situacion pintoresca, dominada por un alto cerro sobre cuya cima se ostenta un viejo castillo, formidable un tiempo y hoy felizmente arruinado, así como las murallas y demas fortalezas que circuyen la poblacion.

Nadie podrá acusar de jesuítico al célebre y malogrado historiador y polígrafo Oliveira Martins, y, sin embargo, en este punto que tocamos ahora, ensalza como nadie á los jesuítas, haciendo que la gloria de ellos y su triunfo en el Concilio de Trento aparezcan acaso como el mayor triunfo y como la más espléndida gloria de la civilización ibérica en el siglo XVI. «Los protestantes, dice Oliveira Martins, no excluyen las buenas obras; pero no es el mérito de ellas el que redime: es únicamente el mérito de Cristo, independiente del hombre.

La vista nos muestra un bulto; no hay bastante luz para discernirle de una sombra: nos acercamos y tocamos. Las facultades intelectuales y morales, ejercen tambien entre esta influencia saludable. Las ideas rectifican los sentimientos, y los sentimientos las ideas. El valor de las ideas de un órden se comprueba con las de otro órden; y lo mismo se verifica en los sentimientos.

Al término de nuestras miserias tocamos, y al principio de nuestra ventura. En las inmediaciones del pueblo encontráron á un negro tendido en el suelo, que no tenia mas que la mitad de su vestido, esto es de unos calzoncillos de lienzo crudo azul, y al pobre le faltaba la pierna izquierda y la mano derecha. ¡Dios mió! le dixo Candido, ¿qué haces ahí, amigo, en la terrible situacion en que te veo?

, porque si tocamos á los cimientos, echaremos abajo el edificio.

Es muy pequeña en el Estado la minoría de los individuos que carecen de alguna instruccion. En 1861. De las localidades de Vaud en que tocamos, tres nos llamaron particularmente la atencion y á ellas reduciré algunas rápidas observaciones.

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