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Hizo en el acto, y como introducción a su particular negocio, la pregunta a don Santiago, y le respondió éste, alegrándose en el alma de que se distrajera por allí el otro tiroteo: ¡Ah!, el Condesito, como yo le llamo..., porque aunque el conde es su tío, mucho más merece serlo él, hasta por la estampa: ¡guapo mozo!

Las calles están...revelando que la noche ha pasado por encima de ellas, y saludan el dia con los olores ménos confortables del mundo. Oigo un extraño ruido sobre mi cabeza, cual si tuviese lugar un aéreo tiroteo. Vuelvo la vista y descubro á todas las cocineras y sirvientas de la real Madrid exhibiendo todas las curiosidades de los lechos conyugales, celibatarios y de párvulos.

Era traviesa y un tanto coqueta la rapaza y era el capellán peritísimo en las lides de amor. Así es que en cuanto se hallaban juntos comenzaba un tiroteo gentil donde si él lucía su destreza y sus recursos galantes, ella mostraba su fácil palabra y su ingenio picaresco.

Mi regimiento permanecía intacto, reservado sin duda para alguna ocasión solemne. Los franceses no tardaron en intentar la adquisición del puente perdido. Su primer ataque fué débil, pero el segundo violentísimo. Oíd cómo fué el primero. La infantería española, desplegándose en guerrillas a un lado y a otro del camino, les azotaba con espeso tiroteo.

Una linda morena de rostro picaresco ocupaba el columpio y unos cuantos jóvenes lo impulsaban á porfía sin cesar de cambiarse entre ellos y ella con gracioso tiroteo un sin fin de donaires, de bromas picantes, de frases, insustanciales muchas veces, pero alegres siempre y con un delicado sabor de galantería que sólo se halla en esta poética región del mundo.

Oído el tiroteo por nuestras tropas acudieron inmediatamente en auxilio de los amigos y aliados, haciendo huir á los españoles y recuperando los fusiles y cañones de su poder, cuyos armamentos ordené fueran devueltos á los americanos en ley de buena amistad.

Otras lucecitas surgieron de diversos lados del muelle, seguidas de estampidos. Fué un tiroteo de combate; á sus espaldas tiraron igualmente. Sintió varios silbidos junto á sus orejas y recibió un golpe en un hombro, una sensación igual á la de una pedrada caliente. Iban á matarle: sus enemigos eran demasiado numerosos.

Enseñaba a su asustadiza madre un saco guardado a la sombra de un naranjo. ¿Ve usted esto?... Es un quintal de pólvora. Hasta que no lo queme no descanso. Y madó Antonia temía asomarse a las ventanas de su cocina, y las monjas que ocupaban una parte del antiguo palacio mostraban un instante sus tocas blancas, ocultándose inmediatamente como palomas amedrentadas por el continuo tiroteo.

D. Narciso se sintió herido en lo más vivo de su ser, porque efectivamente hacía todo lo posible por parecerse al magistral, notable orador sagrado. Quedó algunos instantes silencioso y se disponía a contestar, cuando vino a interrumpir el tiroteo la entrada de una nueva señorita llamada Cándida, alta, delgada, enjuta y apretada, de la familia de los bacalaos.

El joven estaba atontado; miraba al joyero con ojos donde se pintaba el terror, sintió que sus estremidades se enfriaban y mil confusas ideas cruzaban por su mente; veía las calles ensangrentadas, oía el tiroteo, se encontraba entre muertos y heridos y ¡singular fuerza de la aficion! se veía á mismo con su blusa de operador cortando piernas y estrayendo balas.