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Actualizado: 4 de junio de 2025
En ese momento la corneta de la Guardia Rural tocó ¡A degüello! y el sargento Larrea, con guardias á sus órdenes, se lanzó á la carga, apoyado por el capitán Castillo y los tenientes Cajigas y Carrerá. No aguardaron los rebeldes este ataque, y aunque algunos grupos trataron de hacerse fuertes en un guayabal colindante, pronto fueron desalojados de allí, después de un vivísimo tiroteo.
Pero, ¡ay! en la Argelia como en América, los blockhaus están hechos para ser bloqueados, y, al día siguiente, cayó sobre nosotros una nube de tuaregs como los saltamontes del desierto, ejecutando en nuestro honor un brillante tiroteo. Seguíamos estando prisioneros, aunque en mejor compañía.
El tiroteo arreciaba. Los soldados, tendidos á la larga en el suelo, disparaban con sus magníficas armas sobre los lugares de donde se veía salir el humo, producido por los disparos de los alzados.
Levantáronse ambos despavoridos, y recogiendo en la cesta la comida, pensaron en ponerse en salvo. La dama cogió por el brazo a su caballero y le dijo: «Vámonos, que nos matan». Trepando difícilmente por el declive pedregoso, cayendo y levantándose a cada instante, cogidos del brazo, las cabezas gachas, huían del formidable tiroteo.
El tiroteo siguió aun después de haber salido la mayor parte de la gente a los salones. El grupo se había reforzado con algunos pollastres. Esta fué la razón de que Pepa se levantase bruscamente al cabo, diciendo: Me voy. Por mi causa están ustedes escandalizando a estos seres tiernos y candorosos. Los pollos protestaron con algazara.
De cuando en cuando, entre el grupo de los hombres y el de las mujeres se cruzaban palabras libres, gestos desvergonzados, un tiroteo de chistes convencionales, que sorprenden la primera vez y aburren en seguida. Particularmente, Concha la Carbonera respondía con una viveza y desgarro que me infundían repulsión. El hastío me hizo acercarme al guitarrista y trabar conversación con él.
Rió al conocer la vida amplia y abundante de Argensola. Estas noticias que le alegraban venían de un mundo que sólo estaba á cien kilómetros en línea recta, pero tan lejano... ¡tan lejano! De pronto notó el padre que le oía con menos atención. Sus sentidos, aguzados por una vida de alarmas y asechanzas, parecían apartarse de allí, atraídos por el tiroteo. Ya no eran disparos aislados.
Claro que los muchachos que se habían reunido en la cañada para presenciar el tiroteo se indignaron, y su indignación se hubiera manifestado por medio del sarcasmo, a no ser una cierta mirada en los ojos del socio de Tennessee, que indicaban una actitud muy poco favorable al holgorio.
O yo estoy lelo, o la artillería de la vanguardia ha salido del camino. Oyóse otra vez el tiroteo, más vivo aún y más cercano, y en la vanguardia se operaron varios movimientos, cuyas oscilaciones llegaron hasta nosotros. Sin duda algo grave pasaba, puesto que el ejército todo se estremeció desde su cabeza hasta su cola.
¡Ya lo creo! exclamó D.ª Serafina, comiéndose con los ojos a su capellán. Y volvió a comenzar entre ellos el tiroteo de miraditas y guiños, prodigándose mil atenciones tiernas que denotaban un estado de felicidad perfecta. La llegada de D.ª Rita no turbó poco ni mucho su éxtasis delicioso.
Palabra del Dia
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