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Actualizado: 15 de mayo de 2025
Las ropas interiores despegábanse de la carne con un tirón doloroso. La luz del candil, en su llamear vacilante, sacaba de las sombras una eterna nota roja.
Nicolasa, con suma blandura, enjugó las lágrimas del mozo con el propio pañuelo de ella; luego le dió tres ó cuatro palmaditas en el grueso y robusto cogote; luego le hizo unas cuantas muecas como remedando la desconsolada cara que ponía, y, por último, le pegó un afectuoso y archi-familiar tirón de las narices. Tomasuelo no supo resistir á tanto favor y regalo.
Blanca de ropas y limpia como un sol era mi cama; pero ¡qué fría... y qué dura me pareció! Sin embargo, dormí toda la noche de un solo tirón; pero soñando mucho y sobre muchas cosas a cual más extravagante. Recuerdo que soñé con el oso del Puerto; con desfiladeros y cañadas que no tenían fin, y tan angostas de garganta, que no cabía yo por ellas ni aun andando de medio lado.
A fe mía que tengo hace mucho tiempo fuertes ganas de darte un buen tirón de orejas, y pues me lo aconseja un hombre tan respetable como el conde de Mengis, voy a saborear ese placer. Embebido en estas divagaciones no daba ninguna orden a su lacayo, que las esperaba sombrero en mano, hasta que cansado de aguardar, preguntó: ¿A dónde, señorito?
Ana al darle la mano tuvo miedo de que él se atreviera a apretarla un poco, pero no hubo tal; dio aquel tirón enérgico que él siempre daba, siguiendo la moda que en Madrid empezaba entonces; pero no apretó. Se sentó a su lado, eso sí, y al poco rato hablaban aislados de la conversación general.
A él le refrenaban, y con una mano tan delicada, que no sentía el tirón de la brida. Los salones más distinguidos le abrieron sus puertas de par en par; toda aristocracia es naturalmente francmasónica, y un duque, por tonterías que haya cometido, tiene derechos imprescindibles a la indulgencia de sus iguales.
No respondió Clara secamente . Ese hombre ha ido arrancando una a una las raíces que tenía en mi corazón. El último tirón le ha separado por completo. Entonces, huye. Sí, hoy mismo pienso marchar a reunirme con mi hermano. Mañana irás tú. Yo prepararé su ánimo para recibirte. Elena guardó silencio y una arruga dolorosa surcó su frentecita de estatua.
Pero uno de ellos le agarró los brazos con sus zarpas, y de un violento tirón, le hizo enseñar las manos. ¡No tié callos! exclamaron con lúgubre alegría. Y se hicieron un paso atrás, como para caer sobre él con mayor ímpetu. Pero les detuvo la serenidad del joven. No tengo callos, ¿y qué? Pero soy un trabajador como vosotros.
Gritaron é hicieron inútiles señales á buques lejanos, que se perdían en la inmensidad sin verles. Dos negros murieron de frío. Sus cadáveres flotaron largas horas junto al bote, como si no pudieran despegarse de él. Luego se hundieron con invisible tirón.
Miraba al cielo la pequeña india, como en éxtasis; los cohetes subían tan alto, que parecía iban a agujerear la negra bóveda. El chico del almacén salió para un recado, y al pasar echó la zarpa a los pelos ásperos de la muchacha, verdadera diadema de cerda, y la obsequió con un tirón, a guisa de saludo. ¡Malo! dijo ella. ¡India! dijo él. Y se alejó, sacando la lengua. Al rato volvió.
Palabra del Dia
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