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Yo no tengo testigos ni del prestado ni de la vuelta, porque no me los ha vuelto; querría que vuestra merced le tomase juramento, y si jurare que me los ha vuelto, yo se los perdono para aquí y para delante de Dios. ¿Qué decís vos a esto, buen viejo del báculo? -dijo Sancho.

Me quedé a su lado. La herida que tenía en la cara era leve. Usted, . Vayase. Escápese usted me dijo Allen. No, no le abandono. Hay testigos aquí de lo que ha pasado. Vayase usted. Si se escapa me puede usted servir mejor desde fuera de la cárcel que de dentro. Tome usted el dinero que me queda. Si llega usted a Francia, escriba usted a la criada vieja de casa de Sandow.

Irene y los judíos, testigos de este portento, se convierten al cristianismo.

Luego se encaminaron a tientas a una butaca, pero no se habían sentado aún, cuando en una de las puertas interiores apareció el respetable cliente con una vela en la mano y seguido de dos testigos. La inocente muchacha aprovechó la confusión para hacerse humo.

Pero cuando no quedaron allí más testigos que la santa y Segunda, el buen farmacéutico creyó que no tenía para qué sujetar la onda impetuosa que del corazón le salía, y llegándose al cuerpo todavía caliente de su infeliz amiga, la abrazó, y estampó multitud de besos en su frente y mejillas.

Adoraba su aldea y todos los viejos testigos de su infancia que le hablaban de otros tiempos. Una cuadrilla en un salón le causaba invencible terror; mas todos los años, para la fiesta de Longueval, bailaba de buen grado con las aldeanas de la comarca.

Aunque estas relaciones no dan todos los pormenores que serían de desear, ni idea exacta y completa de la disposición del local ó del origen de las representaciones, son, no obstante, de interés, porque están escritas por testigos oculares, y porque nos recordarán lo dicho antes acerca de los teatros de la Cruz y del Príncipe.

Dígalo, por su vida, porque estos señores no me tengan por algún hablador mentiroso. -Hasta ahora -dijo el eclesiástico-, más os tengo por hablador que por mentiroso, pero de aquí adelante no por lo que os tendré. - das tantos testigos, Sancho, y tantas señas, que no puedo dejar de decir que debes de decir verdad.

Aquel joven que entra venía a comer de medio duro; pero se encontró con veinte conocidos en una mesa inmediata: dejose coger también por la negra honrilla, y sólo por los testigos pide de a duro.

Había creído yo que en cierto modo iba a ser un estorbo para la feliz existencia que pensábamos pasar; que los sentimientos más íntimos no debían ser manifestados entre testigos y por lo tanto, juzgaba muy conveniente que ella no viniese con nosotros. »Pero tampoco podía yo dejar aquí sola a la pobre criatura.