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Actualizado: 26 de junio de 2025


El silencio profundo que siguió á aquellas palabras, aun más que los ademanes y el aspecto horrorizado de algunos religiosos, reveló cuán profunda y unánime era la reprobación de los oyentes. ¿Quiénes son los testigos de tan enorme pecado? preguntó el abad con voz que delataba su indignación.

Para evitar los gastos de oficina, esos señores reciben generalmente a sus clientes en el café de la plaza mayor, y celebran sus consultas ¿puede decirse que las celebran? entre el ajenjo y otra bebida. El digno Iscariote encamínase al café de la plaza mayor, acompañado de sus dos testigos. No vayamos tras de ellos. Cuando abandono el barrio judío, paso por delante de la oficina árabe.

Los testigos del bueno de Ayvaz anduvieron yendo y viniendo, entre la calle de Granelle y la de Verneuil, sin lograr que el asunto avanzase lo debido, hasta las siete de la mañana.

Rara vez entraba allí Perucho; su abuelo acostumbraba echarle para que no sorprendiese ciertas operaciones financieras que el mayordomo gustaba de realizar sin testigos.

Señor contestó el aldeano, yo quisiera que se nombrase una presona que fuera á reconocer el daño, y que le tasara. No esta mal pensado.... Pero ¿contra quién va usted á reclamar? De modo y manera es que ... la paré bien tiesa se estaba.... ..., hasta que se cayó. De modo es que, si no la hubieran aboticao... . Luego, ¿se sabe quién la tiró?... Paece ser que hubo testigos....

Marcos Divès y Piorette, testigos de aquel golpe de audacia, descendían atravesando los pinares, para cortar la retirada al general enemigo; pero no pudieron conseguirlo.

Regla quinta: Para creer los hechos contingentes no solo es necesario que sean verosímiles y probados por testigos, base de atender tambien la calidad de los que atestiguan, y la grandeza, ó pequeñez del hecho antes de dar el asenso.

9 Porque ya, hermanos, os acordáis de nuestro trabajo y fatiga; que trabajando de noche y de día por no ser gravosos a ninguno de vosotros, predicamos entre vosotros el Evangelio de Dios. 10 Vosotros sois testigos, y Dios, de cuán santa y justa e irreprensiblemente nos condujimos con vosotros que creisteis;

Hacía más de un mes que no había visto a Magdalena cinco minutos seguidos sin testigos y más tiempo todavía que no había obtenido de ella nada que se pareciera a sus amenidades de otra época. Un día la hallé por casualidad en una calle desierta del barrio en que yo habitaba. Estaba sola e iba a pie.

Y para que más pleno concepto se haga de lo que se despreciaba á mismo, referiré sólo un caso, digno singularmente de tenerse en eterna memoria, y lo he sabido de sujetos de la Compañía, que fueron testigos de vista.

Palabra del Dia

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