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Actualizado: 22 de junio de 2025
Ya le pesará terminaba diciendo . Familia no hay más que una. ¿Dónde va a encontrar la querencia de los que le hemos visto desde pequeño? El se lo pierde. Conmigo iría como el propio... Y se interrumpía, tragándose el nombre famoso por miedo a las burlas de los banderilleros y aficionados que frecuentaban la casa y habían acabado por fijarse en esta adoración histórica del talabartero.
El marqués de Tarifa de vuelta de su viaje á Jerusalén, al comenzar las obras de su palacio, llamado vulgarmente casa de Pilato, estableció un Vía-Crucis que, partiendo del edificio, terminaba en el monumento de la Cruz del Campo, que en el siglo XV alzó el Asistente don Diego de Merlo.
Terminaba el piloto su carta con las súplicas de siempre: «¿Por qué te empeñas en seguir en el mar?... Deseas una venganza que es imposible. Eres un hombre solo, y tus enemigos son millones... Vas á morir si persistes en desafiarlos. Ya sabes que te buscan hace tiempo, y no siempre conseguirás librarte de ellos.
Castro Pérez traía entre manos un negocio muy difícil, y se le iban las horas hojeando librotes y dictando alegatos. La tarea terminaba a las mil y quinientas, volvía yo a casa entre nueve y diez de la noche, y apenas podía conversar con Linilla unos cuantos minutos, y eso delante de las tías o del P. Herrera.... La víspera del viaje no hubo que ir al despacho.
Terminaba su agonía con dos o tres hipos del surtidor, a cuyo orificio se asomaba el chorro, sin conseguir lanzarse fuera. No volvería ya el manantial a correr en diez horas lo menos. Disputaban frecuentemente Lucía y Pilar sobre la conclusión del fenómeno, como sobre su comienzo. Ya paró. Va a dormir. Buenas noches, caballero exclamaba Lucía saludándole con la mano. ¡No, mujer, quia!
De este modo terminaba el año 1810, preparándose, merced á acontecimientos que casi nos atreveremos á calificar de providenciales, la realizacion de los deseos en que ardia el corazon de los venezolanos. Entrada del año 1811. Reunion y organizacion de un Congreso. Disposiciones adoptadas por esto Cuerpo. Conspiraciones. Salida del general Toro para Valencia.
A Clara, que estaba completamente desfallecida y con la cabeza debilitada, le parecía caerse á cada paso, y que el suelo se iba inclinando más cada vez, negándose á soportarla. Llegó á creer que nunca terminaba aquel descender precipitado, hasta que por fin sus pies pisaron en llano. Estaba en la calle de Segovia, y se le figuraba haber caído en un abismo.
Esta fachada ya no es ni árabe, ni gótica, ni plateresca; como de la época en que se terminaba la gran fábrica del Escorial, es puramente de aquel estilo greco-romano desnudo y severo que estaba allí en boga, practicado por Francisco de Mora, el discípulo predilecto de Herrera, y que era tambien muy del gusto de Diego de Praves, quien pudiera quizá ser su autor . La obra es toda de piedra franca: compónese de dos cuerpos, el inferior de ocho columnas dóricas estriadas y pareadas.
La vida de aquel déspota no podía ser más sencilla. Levantábase invariablemente a las nueve de la mañana, y después de desayunarse terminaba la lectura de La
Empezó á elevarse, sin perder su tiesura militar, con el casco en la cabeza, el entrecejo fruncido, el bigote rubio y corto, y más abajo el pecho color de mostaza, las manos enguantadas que sostenían unos gemelos y un papel. Pero aquí terminaba su individualidad.
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