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Actualizado: 28 de mayo de 2025


Si Sarah Bernard asegura que para hacer bien el papel de la emperatriz Teodora se atiborra de crónicas en griego, se traga el Digesto y hace de él una buena digestión, y hasta interviene en el tejer de las telas con que han de hacerle los trajes procurando que sean tejidos según el estilo y manera con que en la edad de Narsetes y de Belisario solía tejerse, yo doy por cierto que Sarah Bernard embroma a la gente a quienes semejantes cuidados y esmeradas faenas refiere.

Sulfurábase Teodora al oír que «la señorita» ponía en duda su ciencia. Si catañeaban otras; era posible una equivocación... ¡pero ella! No había mas que una Teodora en toda la Península. Allá en Cordobate existía otra gitana de su arte, pero todos declaraban su inferioridad.

No se oía ruido de viento: la calma era absoluta; pero en este ambiente tranquilo, el frío resultaba más punzante, más mortal. Parecía que el mundo acababa aquella noche, que el sol ya no saldría más, que la tierra iba a permanecer por siempre bajo su mortaja de nieve. El joven entró en la cocina. En una cazuela quedaban unas brasas, abandonadas por la Teodora después de su cocimiento.

Compradlo de lo mejor decía el padrino, que cargaba con todo el gasto . Que no os duela; que sea de nipis, de lo más rico; la Teodora entiende de estas cosas. Al día siguiente, la novia se presentaba hecha una beldad, en enaguas y chambra, la banda de raso rojo cruzándole el pecho, la cabellera suelta, y una corona de flores de trapo, alta como un morrión.

D. Peregrín, después que llegó de su excursión burocrática por Cataluña, también adquirió el hábito de pasar un rato todas las noches en casa de D.ª Teodora.

De este período provendrá también acaso su amistad con Guillén de Castro . El destierro de nuestro poeta duró siete años, casi tanto como su matrimonio con Isabel de Urbina, que, después de seguir á su esposo, acompañándole en su aflicción y adversa fortuna, como esposa fiel y esforzada, murió en Alba de Tormes, propiedad del duque de Alba . El fruto de esta unión, que fué una hija llamada Teodora, falleció también antes de cumplir el año .

Y la Teodora relataba a Feli los incidentes de un casamiento, el acto más importante de la vida gitanesca. Los jóvenes de veinte años ponían sus ojos en alguna mocita que sólo contaba doce o trece. Las mujeres, después de esta edad, no tenían valor alguno. El enamorado buscaba el apoyo de alguna hembra de respeto por sus años.

De muy distintas impresiones participaba el jorobado Osuna, administrador de Montesinos, en aquel momento. Ya sabemos que se había situado lo más cerca posible de D.ª Teodora. Era también un hombre místico a su manera; pero en vez de buscar la unión con la Divinidad en abstracto, se placía en realizarla de un modo concreto, por mediación de las mujeres gordas y frescas.

En las Cambroneras siempre era Teodora la escogida. «Señá Teodora: yo quiero a la Fulana, pero con buen finLa vieja, satisfecha de que pusiera en ella su confianza, iba en busca de la mocita. «Fulanito quiere ser tu buñó, pero con formaliá, pa casarse en seguía.» Y la virgen gitana, bajando la cabeza, daba su contestación. «Puesto que no me quiere pa engañarme y perderme, y ya que una mujé de tanto respeto saca la cara por él... bueno, seré su buñíSe veían a espaldas de los padres, lejos del barrio; pasaban horas enteras solos, en completa libertad, pero no había cuidado de que un buen gitano osase cosas mayores.

Apenas se acomodaron todos de nuevo, D. Peregrín, que hasta entonces se había mantenido dentro de una locuacidad ordinaria, estimulado por la presencia de D.ª Teodora, quiso dar gallarda muestra de sus maravillosas aptitudes para amenizar cualquier tertulia.

Palabra del Dia

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