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Actualizado: 8 de julio de 2025
Y, diciendo esto, asió del bastón que tenía hincado en el suelo, y, quedándose la mitad dél en la tierra, mostró que servía de vaina a un mediano estoque que en él se ocultaba; y, puesta la que se podía llamar empuñadura en el suelo, con ligero desenfado y determinado propósito se arrojó sobre él, y en un punto mostró la punta sangrienta a las espaldas, con la mitad del acerada cuchilla, quedando el triste bañado en su sangre y tendido en el suelo, de sus mismas armas traspasado.
Jaime creyó recibir en el pecho una piedra, un guijarro caliente que tal vez había hecho saltar el estrépito de la detonación. «¡No es nada!», pensó. Pero al mismo tiempo viose en el suelo, sin saber cómo, tendido de espaldas. «¡No es nada!», pensó otra vez.
Vió el joven los cuerpos de dos mastines muertos sin duda recientemente, pues tenían sus cabezas destrozadas sobre un charco de sangre. Siguió avanzando, y á pocos pasos de la casa encontró á un hombre tendido en mitad del camino. También estaba muerto. Era un peón de Rojas, un mestizo al que creía haber visto algunas veces, á pesar de que su rostro estaba ahora destrozado á balazos.
Sería su esclavo, la alfombra en que pondría sus pies; el perro, siempre tendido ante ella, con la mirada ardiente de la eterna fidelidad, acabaría por quererle, si no por amor, por gratitud y por lástima. Y al hablar así, acercaba su rostro al de Leonora, buscando su imagen en el fondo de los ojos verdes; oprimía su brazo con la fiebre de la pasión.
Esta noticia pareció al principio consolarle mucho, pero la misma noche su estado empeoró, de tal modo, que se temía verle expirar a cada instante. Carlos, a quien una carta del desgraciado marido de Eulalia había enviado a llamar, acudió presuroso. El señor Spronck estaba tendido, sin conocimiento y casi sin vida.
Nieves anda otra vez maleando de la cabeza, y se había tendido sobre la cama un poco antes de llegar usted. Sin eso, la hubiera usted saludado, porque no quita lo cortés a lo valiente, señor don Adrián. Con que cuando usted guste...
No he tendido un arco hace dos semanas, pero eso no quita que os pueda dar una lección práctica, para que sepáis cómo taladrarle los sesos á un escocés, aunque sólo le veáis las plumas de la gorra.
Hizo lo mismo con el segundo sin detenerse y sin que la pica bastase a contenerle ni hiciese más que herirle ligeramente. El tercer picador tuvo la misma suerte que los otros. Entonces el toro, con las astas y la frente teñidas en sangre, se plantó en medio de la plaza, alzando la cabeza hacia el tendido, de donde salía una gritería espantosa, excitada por la admiración de tanta bravura.
Perrro, señorr, ¿qué se quema?... ¡Si esto parrrece cosa de magia! pensaba el tío Frasquito, en camisa, en mitad del aposento, con los brazos cruzados, el cuello tendido, y dirigiendo a los cuatro ángulos sus narices dilatadas y sus ojos muy abiertos.
Y quiso la suerte que, cuando llegó a este verso, acertó a pasar por allí un labrador de su mesmo lugar y vecino suyo, que venía de llevar una carga de trigo al molino; el cual, viendo aquel hombre allí tendido, se llegó a él y le preguntó que quién era y qué mal sentía que tan tristemente se quejaba.
Palabra del Dia
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