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Actualizado: 24 de octubre de 2025
El caso es dar con la mujer, con el ave fénix murmuró Miranda meditabundo . No, lo que es niñas casaderas no faltan; pero yo ahora perdí el rumbo aquí.... Dime tú.... ¡Niñas de aquí! ¡Líbrete de ellas Dios! Más temibles son que el cólera. ¿Sabes tú las exigencias que tiene cualquiera de esos angelitos? ¿Sabes tú cómo las gastan?... De modo que.... La mujer que tú necesitas está en León mismo.
Dos veces la trajo a Madrid durante aquellos seis años, pero por muy pocos días; y entonces fue su casa un modelo de sosiego y de buen orden. Se la presentaba a sus amigas menos temibles, y la llevaba consigo a algunos sitios de recreo. Entre la primera y la segunda venida a España dio Luz un estirón que sorprendió mucho a su madre.
Vamos, cálmate, serénate; habla con orden y con juicio para no decir disparates. ¿Y cómo no decirlos, cuando el espíritu del mal me posee? ¡Ave María Purísima! Muchacha, no desatines. Mira, hija mía: tres son los demonios más temibles que se apoderan de las almas, y ninguno de ellos, estoy seguro, se puede haber atrevido a llegar hasta la tuya.
Por segunda vez, Eva echó una mirada circular a la multitud de los cazadores, equipados y armados en razón inversa de su habilidad cinegética, pues los más temibles para la caza no eran los que tenían mejor escopeta ni más profundo morral; pero ella no hizo ninguna profunda reflexión. Carlos se reuniría con ellos, sin duda, en la Cruz del Pequeño, donde debía empezar la batida.
Calderón parece, en efecto, como dice un ilustrado crítico literario , «que ya con la dulce soñolencia de quien se deja llevar de risueñas ilusiones, ya con la formalidad sublime de un pensador ó de un anciano, al contemplar la brillante grandeza del firmamento, alumbrado por el sol ó tachonado de estrellas, que semejan flores eternas, las comparan con esas otras flores, astros pasajeros de la tierra, adornadas de vivos colores, y despidiendo perfumes de sus cálices de púrpura, y ó presencian sonriéndose sus tempestades temibles, pero bellas, ó las consideran como manifestaciones de un poder más alto;» y, á la verdad, en los afectados adornos de su elocución, sobrecargada de imágenes, en su hojarasca vacía de sentido, nos ofrece abundancia extraordinaria de pensamientos poéticos.
Se marchó dos días antes que él... ¡Oh, Alteza! ¡cómo me acuerdo de aquello que nos dijo en un almuerzo sobre las mujeres!... Las conozco, príncipe: todas ellas son temibles enemigos. Y señalaba rencorosamente Lo que la palmera le dijo al agave. En vano el príncipe insistió en sus preguntas. No sabía más, no le inspiraba curiosidad la suerte de Castro.
Iban a venir hasta de San Juan, al otro extremo de la isla, el pueblo de los hombres valientes, donde muchos evitaban salir de su casa apenas cerraba la noche, sabiendo que cada ribazo servía de sostén a una pistola y cada árbol de guarida a una escopeta, y todos esperaban pacientemente la satisfacción de un agravio recibido muchos años antes; la patria de las temibles «fieras de San Juan». Juntos con estos personajes vendrían otros de los demás cuartones, y muchos tendrían que caminar leguas para llegar a Can Mallorquí.
Y así había reunido Manzanares sus primeros centenares de pesos, aguantando golpes y hurtando el cuerpo al facón de los parroquianos ebrios, más temibles que los indios. Al volver a Buenos Aires, por uno de esos desvíos de profesión tan comunes en las tierras nuevas, el servidor de vasos de caña y pedazos de charqui había entrado en una tienda de ropas de lujo.
Tienen una habilidad especial para arrojar las flechas y la lanza desde la altura de sus parapetos, atravesando distancias grandes con certera puntería. Los llamados Juramentados son entre ellos los más temibles; estos fanáticos hacen voto de morir matando, creyendo así conseguir irremisiblemente el Paraíso.
Sólo alcanzaba á los que caían ante sus confesonarios. El que cortaba toda comunicación con ellos, podía burlarse de su poder sin miedo alguno. Eran unos pobres hombrea, temibles únicamente para los que viven á su sombra. Aresti reconocía, sin embargo, que su influencia dentro de la Iglesia era mayor que nunca. Cuando Loyola había fundado su Compañía, las demás órdenes religiosas la despreciaban.
Palabra del Dia
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