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Actualizado: 24 de octubre de 2025


Andaban por allí cerca las rubias de la opereta, las cocotas viajeras, un sinnúmero de temibles peligros; y sin una palabra que revelase su inquietud, cada una se aproximaba a su marido, se colgaba de su brazo, intervenía en la conversación, lo paseaba por toda la cubierta, y únicamente se decidía a soltarlo en la entrada del fumadero, con la promesa de que volvía al poker o a tomar una copa.

Es caso, por tanto, imposible de creer que Nabucodonosor para la jornada atrevidisima de Africa i España trajese en compañía de su ejército, á tan temibles i molestos enemigos; í aun mas, que dejase en manos de ellos las tierras que con la sangre, sudor i trabajos de sus vasallos habia adquirido.

Así lo hicieron y con tanta rapidez que habían recorrido ya la mitad del gran patio del castillo, antes de que los sorprendidos villanos comenzaran á atacarlos. Los arqueros derribaron en un abrir y cerrar de ojos á los pocos que se pusieron en su camino, y los que llegaron á perseguirlos de cerca mordieron el polvo, atravesados por las temibles espadas de los tres nobles.

Esteven hablaba entonces de planes financieros, más o menos complicados, de economías, de reformas, que habían de volver todo a su quicio, ajustando las clavijas que el favoritismo dejara demasiado flojas, y se mostraba partidario de concluir con el despilfarro, con el agio y demás plagas de la época, más temibles aún que las egipcias: su lenguaje era el de un puritano a machamartillo, ardoroso, intransigente.

Los rebeldes al verse tan inesperadamente atacados, trataron de hacer resistencia al empuje de nuestros soldados; pero el teniente Ortega que mandaba el resto de la columna del capitán Perdomo, y que como decimos antes, se encontraba en un lugar conveniente, cuidando de la impedimenta y de las secciones de ametralladoras, dispuso que una de esas temibles máquinas fuese emplazada para proteger con su mortífero fuego el avance de las tropas.

El que se mantenía ante él en actitud puramente defensiva, con la esperanza de que la Iglesia imitase su prudencia, estaba vencido de antemano. Los católicos de buena fe eran temibles y peligrosos por el convencimiento de que poseían la verdad absoluta.

Abundan en todas las islas de la Malasia, en la India, donde hay muchísimas, y en África; pero no las hay en Europa, aunque, a juzgar por las que se encuentran en estado fósil en los terrenos terciarios, debió de haberlas en tiempos remotos. No son venenosas; pero su ferocidad y su audacia las hacen en extremo temibles.

Aquel silencio augusto, aquel reposo momentáneo del gran atleta la conmovía hasta lo íntimo, infundía en su espíritu alborotado un ansia ardiente de paz. ¿Quién le había dicho que el mar era terrible? ¿Qué corazón pequeño le había hablado de sus crueles traiciones? ¡Ah, no! El mar era noble y generoso como lo son los fuertes siempre, y sus cóleras, aunque temibles, eran pasajeras.

Los importunos alados zumban pedigüeños en torno de la cigarra, interrumpiendo su musical embriaguez; pero los más temibles de estos intrusos son las hormigas, bestias de un egoísmo desvergonzado y arrollador. Las más pequeñas se deslizan por debajo del vientre de la cantora, que, bonachona y tolerante, levanta las patas traseras para no estorbar su camino.

Palabra del Dia

aprietes

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