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Actualizado: 24 de octubre de 2025


Este se hizo el desentendido, aprovechó aquella nueva necedad de la niña para ganar al padre cuanto antes, y como no vio ningún peligro para nadie en la pasión imaginaria de la americanilla antojadiza, no la apartó de su lado, como había hecho con otras mujeres menos tímidas y más temibles para la carne.

Unas veces el alma alcanzaba de un solo rapto las beatitudes de la pasión ideal; otras, la sangre clamaba impaciente por la suprema codicia. Ora soñaba que sus labios sorbían el éxtasis en los labios de su amada, cual paradisíaco rocío; ora, que sus deseos eran las abejas temibles cayendo en enjambre sobre una fruta entreabierta.

Es de esa raza vigorosa y altiva que han salido tantos valientes, de los vencedores en Tenerife y Barbacoas, en la época de la independencia, y mas tarde tan temibles combatientes en las desgraciadas contiendas civiles del Magdalena.

No ignoraba, por ejemplo, que Luis XVI fue decapitado, y murió de resultas, ni que Carlos I de Inglaterra tuvo parecida suerte, hechos que con frecuencia citaba para probar lo temibles que son las muchedumbres cuando, según su frase, se desbocan.

El honor, aquella quisicosa que andaba siempre en los versos que recitaba su marido, estaba a salvo; ya se sabe, no había que pensar en él; pero bueno sería que un hombre de tanta inteligencia como el Magistral la defendiera contra los ataques más o menos temibles del buen mozo, que tampoco era rana, que estaba demostrando mucho tacto, gran prudencia y lo que era peor, un interés verdadero por ella.

Cuatro soldados al mando de un cabo, total cinco hombres, bregaban ya en la puerta de entrada con las más reacias y temibles. No tenían, dijeron ellos después, corazón para hacer uso de sus armas; aparte de que no se les había mandado tampoco semejante cosa.

Más allá de aquella escena de destrucción numerosos grupos de gentes aterrorizadas que huían á todo correr, ansiosos de alejarse cuanto antes de la funesta torre y de sus temibles defensores. ¡Una salida, Duguesclín! gritó el barón. Aprovechemos su confusión para salir de aquí y huir si posible es.

Las pasiones son las mismas, solo varian por su forma, ó mas bien por la graduacion de intensidad, y por el modo de dirigirse á su objeto. Son entónces mas delicadas, pero no ménos temibles; pues que esa misma delicadeza contribuye á que con mas facilidad nos seduzcan y extravien.

Por ese lado se explica también que, entre las tres cómplices de estas fechorías, fuera ella la que se cansó primero, o, mejor dicho, la única que se cansó; porque las otras dos no se cansaron pizca: al contrario, deshecha la mancomunidad que sostenía a las tres en cierto orden de equilibrio, cayeron Sagrario y Leticia, por su propio peso, despeñadas hasta lo más hondo, aunque cada cual a su manera: Sagrario fue siempre la mujer de los caprichos estrepitosos; Leticia el modelo de las caprichosas solapadas y de las amigas temibles.

Admitirá usted fácilmente que si los motivos enumerados por la señorita Fontane impulsan al celibato, hay otros que le crean... sin impulsar a él... Ciertamente respondió la Fontane con sonrisa burlona. La insuficiencia del dote cuando se es gastadora, es una de esas causas temibles y temidas. Esto es lo que se llama recibir una estocada articuló Francisca. Mea culpa... Mea culpa...

Palabra del Dia

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