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Actualizado: 20 de junio de 2025


«¡Señorito, al Hotel H!..... ¡Señorito, al Hotel B!..... ¡Señorito, á la Fonda X!.....» nos gritaban los commissionnaires et facteurs, ni más ni menos que si acabásemos de llegar á París ó Londres. ¡Bien por Salamanca! exclamamos nosotros. ¡Nobleza obliga! ¡Cuando los Grandes se meten á plebeyos, deben hacer las cosas con este rumbo! No era cosa de equivocarse en punto de tamaña trascendencia.

Si usted no tuviese inconveniente en ello manifestó D.ª Fredes dirigiéndose al poeta, le rogaría me dejase el manuscrito de esa poesía para guardarlo en mi colección de autógrafos y firmas ilustres. El poeta, confundido por tamaña honra, avanzó tropezando hasta el trono de D.ª Fredesvinda y depositó en sus manos el pliego de papel de barba.

¡Cállese usted! dijo Pablo Aquiles, ahogado y descompuesto. Que no y que no; he de gritar y me han de oír los sordos, me quiere usted echar a la calle, ¿eh? pues lo veremos. Se sentó en el umbral de la puerta que caía al patio, como quien ocupa cómoda tribuna para hacerse oír de los vecinos; a sus voces se unió el llanto del niño, y ante tamaña algarada acudieron Gregoria y Casilda, sorprendidas.

Si no soy yo tamaña Como usted, mi señora la montaña, Usted no es tan pequeña Como yo, ni a gimnástica me enseña. Yo negar no imagino Que es para las ardillas buen camino Su magnífica falda: Difieren los talentos a las veces: Ni yo llevo los bosques a la espalda, Ni usted puede, señora, cascar nueces.» P/ La Ilíada, de Homero

No falta quien diga que los primeros hombres que afrontaron tamaña aventura necesitábase estuvieran muy excitados y que fuesen excéntricos y cabezas destornilladas. Preténdese, además, que los primitivos pescadores de esos monstruos no fueron los discretos hombres del Norte, sino nuestros vascos, héroes del desvarío.

Do estás, Silvia hermosa? qué distino, Qué fuerza insana de inplacable hado El curso de aquel prospero camino Tan sin causa y razon nos ha cortado? O estrella! ó suerte! ó fortuna! ó signo! Si alguno de vosotros ha causado Tamaña perdicion, desde aqui digo Que mil cuentos de veces os maldigo. Yo morire por lo que al alma toca, Antes de hacer lo que mi ama quiere.

Cuando entraba el Magistral, el ilustrísimo señor don Cayetano Ripamilán, aragonés, de Calatayud, apoyaba una mano en el mármol de la mesa, porque los codos no llegaban a tamaña altura, y exclamaba después de haber olfateado varias veces, como perro que sigue un rastro: Hame dado en la nariz olor de...

Oir estas palabras la tía Jeroma y lanzarse sobre su hijo y propinarle un soberbio bofetón todo fué uno. El inocente mozo puso el grito en el cielo y protestó de tamaña injusticia con tan fieras voces que parecía llegado el día del juicio final.

Ademas, hasta les dejaremos á los ideólogos la facultad de imaginar lo que bien les pareciere sobre las funciones intelectuales de un hombre que careciese de todos los sentidos; sin riesgo podemos otorgarles tamaña latitud; supuesto que nadie aclarará jamas lo que en ello habria de verdad; ya que el paciente no seria capaz de comunicar lo que le pasa, ni por palabras ni por señas.

Cuando la enterraron, los curiosos que fueron a verla ¡esto que es inaudito y raro! la encontraron casi bonita; al menos así lo decían. Fue la única vez que recibió adulaciones. Los funerales se celebraron con pompa, y los clérigos de Villamojada abrieron tamaña boca al ver que se les daba dinero por echar responsos a la hija de la Canela.

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