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Actualizado: 10 de junio de 2025


En las hondonadas profundas se han acumulado los copos en gruesas capas; en las pendientes rápidas bordan ligeramente las hendiduras como tenue velo de encaje; en los abruptos tajos sólo aparecen de cuando en cuando, como manchas brillantes.

Al lado de los grandes tajos, forman, después de caídos estos restos, un cerro, un montecillo ó hasta una montaña secundaria. Lo conocí un día en la posición de las capas y en el aspecto de los planos de fractura visibles aún en las dos paredes correspondientes.

¿Es posible -le dije yo- que hay matemática en eso? -No solamente matemática -dijo-, mas teología, filosofía, música y medicina. -Esa postrera no lo dudo, pues se trata de matar en esa arte. -No os burléis -me dijo-, que agora aprendo yo la limpiadera contra la espada, haciendo los tajos mayores que comprehenden en las aspirales de la espada.

Al verse Quevedo con un bulto encima, y espada en mano, echó al aire la suya, y embistiendo á Juan Montiño, exclamó con su admirable serenidad, que no le faltaba un punto: Muy obscuro hace para pedir limosna; perdone por Dios, hermano. Y á pie firme contestó á tres tajos de Juan Montiño, con otras tantas estocadas bajas y tales, que el joven se vió prieto para pararlas.

Flacos, despeinados, en calzoncillos, la camisa abierta en largos tajos, descalzos como la mayoría, sucios como todos ellos, los dos mensú devoraban con los ojos la capital del bosque, Jerusalem y Gólgota de sus vidas. ¡Nueve meses allá arriba! ¡Año y medio!

Pasada la vadera, no tomarnos, como esperaba yo, el camino que conduce directamente al Puerto, sino otro por el estilo a la derecha; y montes y colladas van, tajos y barrancas vienen; aquí siguiendo la cuenca del río, allá perdiéndola de vista, y siempre subiendo o bajando de risco en risco, de pueblo en pueblo, vi a lo lejos el principal del valle de Promisiones en que radicaba el solar de mi abuela paterna, y llegamos, al cabo de dos horas de caminata, a un ancho desfiladero entre dos montañas que parecían, por su grandeza, no caber en el mundo.

Daba voces maese Pedro, diciendo: -Deténgase vuesa merced, señor don Quijote, y advierta que estos que derriba, destroza y mata no son verdaderos moros, sino unas figurillas de pasta. ¡Mire, pecador de , que me destruye y echa a perder toda mi hacienda! Mas no por esto dejaba de menudear don Quijote cuchilladas, mandobles, tajos y reveses como llovidos.

Hecha cata y cala de los botes, fendientes, estocadas, tajos y mandobles de la revuelta, resultó como casi siempre, ser mayor la salva que el provecho; quiero decir que todo se redujo a no muchos levantes de espadas y a cuatro abolladuras de cabeza.

Mas esta precaución no evitole seguir viendo pieles seccionadas, músculos separados por pinzas, miembros seccionados a grandes tajos, huesos aserrados por manos de operadores invisibles.

En vano sometiose a un régimen más alimenticio el indignado millonario de la calle de Verneuil. Considerando que una buena alimentación, digerida por un estómago sólido, aprovecha por igual a todas las partes del cuerpo, se impuso la dulce ley de embaularse sendas tazas de caldo, sendos tajos de carne ensangrentada, regados con los más generosos vinos.

Palabra del Dia

vorsado

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