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Actualizado: 5 de julio de 2025


Me recibió risueña y cariñosa. ¿Ya te vas? , tía... quiero llegar temprano. Nunca la vi más pálida ni más débil; apenas oíamos lo que decía, la parálisis era casi completa. La pobre anciana tenía un brazo completamente inmóvil y los dedos contraídos. En las extremidades inferiores no había fuerza; los pies estaban hinchados.

No serás el ángel que me ayude dijo con tristeza la tía María. Dolores recibió a la enferma con los brazos abiertos, celebrando como muy acertada la determinación de su suegra. Pedro Santaló, que había llevado a su hija, antes de volverse, llamó aparte a la caritativa enfermera y, poniéndole las monedas de oro en la mano, le dijo: Esto es para costear la asistencia y para que nada le falte.

Decíame que la partida de campo se haría mañana. Como tenía muchas cosas que decirme, esperaba que fuese aquella noche a comer a su casa. Según costumbre, el conde comió fuera de ella. Lo hicimos solos Isabel, la tía Etelvina y yo. En verdad que, con las muchas y graves noticias que la condesita me comunicó, no hice más que picar de los platos, sin comer realmente de ninguno.

Enlució las paredes, las enjalbegó, aplanó el suelo y le cubrió después con una primorosa estera de palma, que al efecto tejió, encargando a la tía María el sencillo ajuar correspondiente.

¡Soy un miserable, tía de mi alma, no merezco que usted me mire siquiera, porque, aunque honrado en el fondo, no he sabido resistir y evitar una acción vergonzosa, que la ley castiga, tía!

La función religiosa terminó apresuradamente. Que perdonara la Virgen: otro año tendría mayor solemnidad. Y las autoridades e invitados abandonaron sus asientos del altar mayor para correr en demanda de noticias al palacio arzobispal. Al despertar Gabriel, pasado mediodía, todos hablaban en el claustro alto de la salud de Su Eminencia. Su hermano preguntaba a tía Tomasa, que venía de palacio.

Propónense nuevas artes y medios de redención i Hallábase doña Lupe, en el fondo de su alma, inclinada a la transacción lenta que imponían las circunstancias; mas no quiso dar su brazo a torcer ni dejar de mostrar una inflexibilidad prudente, hasta tanto que viniese Juan Pablo y hablaran tía y sobrino de la inaudita novedad que había en la familia.

El tiempo contestó la marquesa ; el tiempo, que da fin de todo, por más que digan los novelistas, que sueñan en lugar de observar. Tía dijo Rafael , lo que estáis diciendo es tan prosaico como el gazpacho. ¿Te matarás si me caso con Luis? le preguntó Rita.

Cuando su tía entró con el chocolate, Maxi seguía tan disparado como antes. «Lo que yo extraño, tía, lo que yo no puedo explicarme dijo clavando en ella sus ojos que relampagueaban , es que usted consienta esto y lo encubra y me quiera matar, porque sépalo usted, para el honor es primero que la vida».

Ese Mauricio tiene cara de buen muchacho. ¡Qué respetuoso! ¡Qué bien hablado! Y la tía se soltó charlando alegremente. Estaba muy contenta, contentísima. ¡Qué gusto, Rorró, qué gusto!

Palabra del Dia

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