Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 5 de julio de 2025
Aquel despego de la hermosa niña avivaba en mi alma, de un modo terrible, la pasión que la belleza y las cualidades de la joven habían encendido en mi, y que mi tía Pepa procuraba fomentar. Cuando por las mañanas, al salir de mi cuarto, buscaba yo a la gentil doncella, y esperaba encontrarla en el comedor, me hallaba yo a Juana, muy engestada, y mohina. ¿Qué hace usted aquí? ¡Estoy barriendo!
Es únicamente para hacer reír a usted... tía... ¡Mira que la cosa no me causa risa!... vamos, y la señorita de Chalvin... un poco aturdida quizás... ¡pero tan elegante, tan encantadora!
Y digo a hurtadillas, porque mi liliputiense cuerpo ha encerrado una alma altiva y orgullosa, incapaz de mostrar a nadie el espectáculo de sus debilidades... y menos a mi tía. Este era mi modo de sentir a los quince años. Pero los acontecimientos, las penas, las preocupaciones, las alegrías, en una palabra, el curso de la vida, ha flexibilizado caracteres mucho más rígidos que el mío.
Don Benito procuraba, sin embargo, inútilmente, abrir temas de conversación, pero todo era en vano, la tentativa no prendía. Mi tía Medea volvía a sus imprecaciones, lanzaba un reto furibundo a sus rivales, las apostrofaba en mil formas y levantando el puño cerrado, les juraba venganza como una pitonisa poseída por la cólera divina. Terminábamos la comida e iban a servir el café.
Hacia el mediodía del domingo siguiente, abandonó a los huéspedes de su tía, quienes tenían concertada una partida de pesca, para después del almuerzo, y se fue a la estación inmediatamente con el fin de esperar a su amigo y presentarlo a la baronesa.
Tenía la tía Zarandaja sus motivos para que la importase en gran manera por doña Guiomar y por Cervantes lo que el señor Viváis-mil-años la dijese, porque el rapista y ella habían hablado mucho de un cierto señor que andaba sin seso y casi convertido en alma en pena por la hermosísima viuda.
Huérfano de madre á los tres años de edad, había sido criado y mimado por una tía solterona, que vivía en la casa, y á quien llamaban la chacha Victoria. Tenía además otra tía, que si bien no vivía con la familia, sino en casa aparte, había también permanecido soltera y competía en mimos y en halagos con la chacha Victoria. Llamábase esta otra tía la chacha Ramoncica.
Mi tía Medea le había puesto ciertos inconvenientes a mi tío para que yo habitara en su casa, de modo que me fue necesario ocupar un cuarto en la casa particular de un antiguo amigo de mi padre, que era un excelente viejo alegre y solterón que me había cobrado un franco cariño.
¡Jesús te ampare! exclamó mi tío Ramón, abriendo tamaños ojos al verla caer; ya tenemos encima la terrible perlesía; y corrió a socorrer a su consorte que había caído sin sentido a los pies de la mesa, haciendo un ruido extraño con la boca llena de espuma. Don Benito y yo habíamos corrido al mismo tiempo a socorrer a mi tía.
Tía que le cuida, mujer guapa que le mima también y que se mira en las niñas de sus ojos... Como que es la verdad... Carambita, pues si yo tuviera una mujer así...». Al llegar a esta parte de la reprimenda que Segismundo le espetaba más en serio que un ladrillo, Rubín se había tranquilizado tanto, que casi estaba dispuesto a oírle con benevolencia y hasta con jovialidad.
Palabra del Dia
Otros Mirando