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Actualizado: 19 de mayo de 2025


Hay también otras dos comedias suyas en la obra citada antes, que se titula Doze comedias de cuatro ingenios valencianos.

Pues bien, señor cura, me muero de... amor. El reloj, las imágenes y los muebles conservaron su inmovilidad y el mismo cura no dio más que un salto pequeñito. Estaba seguro de ello dijo pasándose la mano por la cabellera blanca, que había reconquistado su revuelta actitud de los buenos tiempos, estaba seguro. Tu imaginación ha hecho de las suyas, Reina.

Azorín se ha ruborizado, pero ha convenido interiormente en que algo benévolo debe de ser cuando se apresta a oír la lectura que el viejo va a hacerle de tres zarzuelas suyas, cada una en un acto. Yo dice el viejo vivo solo; esto constituye mi única alegría.

Tales son las noticias, que tenemos, de la vida y obras del autor cómico, más ilustre de su tiempo. No se sabe, si á semejanza de los poetas dramáticos más antiguos de España, fué también director de teatro, aunque no hay duda alguna de que representó en varias composiciones suyas .

A esta voz sorda y ronca, Pen-Ouët, al que se hubiera creído profundamente dormido, se levantó en una especie de acceso de somnabulismo, y se sentó en las rodillas de su madre, que tomó sus manos entre las suyas, y, apoyando su frente contra la del idiota, dijo: Pen-Ouët, pregunta el tiempo que Teus le concede de vida... En nombre de Teus, respóndeme.

Justamente, el impulso de la variación intelectual introducida por Mahoma, sacó a los árabes de las supersticiones del tiempo de Abraham, en las que estaban enquistados, y los llevó aún más arriba que los mismos cristianos que, en cierta época, tenían que ir a las universidades de Córdoba, Fez y Bagdad, para aprender lo que todavía se ignoraba en las suyas.

No podía resignarse a dejar el buque sin hablar con él por última vez, sin decirle adiós. Y Fernando, emocionado por el tono de humildad con que hablaba esta mujer, sacó las manos de los bolsillos buscando las suyas. ¡Mina!... ¡Brunilda adorada!... De su existencia en medio del Océano, ella iba a ser el único recuerdo que permanecería en pie.

Recordaba, por ejemplo, las vidas de muchos santos, que habían resistido tentaciones mayores que las suyas, y no quería ser menos que ellos.

Y tan afligida como su amiga, estrechaba entre las dos suyas una de sus manos, mientras la de Butrón, sin quitarse el pañuelo del rostro, cual si la vergüenza, al par que las lágrimas, la ahogaran, tartamudeaba: Pepe..., el pobre..., es tan violento...

Un licenciado del ejército me dijo después que habían abierto una taberna, en no qué ciudad del Garona y que Rosa sigue haciendo de las suyas y él bebe tanto vino y cerveza como diez de sus parroquianos. ¿? Pues aquí acaba nuestra querella, dijo Simón envainando la espada.

Palabra del Dia

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