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Actualizado: 26 de julio de 2025
Acostose también ella, y estuvo dándole conversación hasta que le entró sueño. ¡Pobre chico! La lástima que Fortunata sentía, apagaba en su espíritu la aversión, o al menos la escondía, como en un repliegue, no permitiéndole manifestarse. Y la compasión hacía que brotaran en su voluntad aquellos deseos de virtud sublime que a ratos surgían como flor de un minuto, criada por la emulación.
Aprovechó un momento en que estaba desierto el paseo para deslizarse por una escalera. Bajó dos pisos sin encontrar a nadie. Luego avanzó por un pasadizo, de puntillas sobre la tupida alfombra roja con grandes redondeles, en cuyo centro se ostentaba el nombre del buque. De algunas puertas surgían furiosos ronquidos. Creyó que sonaban detrás de él leves roces, como si alguien le siguiese.
La muchedumbre devota, arrodillada al aire libre, fijaba sus ojos suplicantes en las sagradas piedras, mientras su pensamiento volaba, lejos, á los campos de batalla, con la confianza en la divinidad que acompaña á toda inquietud. De la masa arrodillada surgían soldados con vendajes en la cabeza, el kepis en una mano y los ojos lacrimosos.
Las piltrafas de su cerebro salpicaron la bayeta verde, las caras de los vecinos y hasta las levitas de los croupiers. ¡Siempre hay gentes de poco tacto, que no saben vivir en sociedad!... Pero los bomberos surgían de la pared, llevándose al muerto, limpiando de sangre la alfombra y la mesa, y poco después, del óvalo de gente apretujada contra el tablero verde surgía la voz sacramental: «Hagan sus juegos...» «¿El juego está hecho?...» «No va más.»
Sobre las mesas elevábanse pirámides multicolores de cucuruchos con sorpresas. Tiraban de sus extremos los comensales, produciéndose un estallido fulminante, y de las envolturas surgían menudos objetos de adorno, mariposas y flores de gasa, minúsculas banderas, gorros de papel.
Dejemos á un lado los idiomas de la antigüedad, y las lenguas teutónicas, y estudiemos tan solo los cuatro principales idiomas que fluyeron como cuatro raudales del seno del latin, en el momento en que de la descomposicion del mundo romano surgian los elementos de una nueva civilizacion.
Gabriel creía estar a campo raso en una noche obscura, únicamente al ir de un lado a otro, con la linterna por delante, surgían de la sombra los contornos de la catedral, más grandes, más monstruosos. Las pilastras le salían al encuentro, agrandándose, subiendo hasta las bóvedas a impulsos del resplandor de la linterna. Los cuadros del embaldosado parecían danzar a cada movimiento de luz.
De en medio de la gradería rota surgían los cilindros aterciopelados del gordolobo, las cúpulas de las campánulas, manojos de arabeta, matas de quelidonia dorada y las mortíferas flores del beleño.
Y la pobre señora quedaba aturdida por el relato que le iba haciendo de las fuerzas enormes de Alemania, con toda su autoridad de esposa de un gran patriota germánico y madre de un profesor casi célebre. Los millones de hombres surgían á raudales de su boca; luego desfilaban los cañones á millares, los morteros monstruosos, enormes como torres.
En las tardes solitarias de estos últimos años, en que el alma antigua de este café parecía encantada, y el tedio tejía sus melancólicos telares, tal vez de la penumbra propicia surgían claras risas y frescas voces juveniles.
Palabra del Dia
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