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Actualizado: 19 de octubre de 2025
Oye, tú dijo la del Banco, volviéndose de repente a la Regenta ¿quién será esa cadena? ¿Qué cadena? preguntó con voz temblorosa Anita. Bah, la que sujeta a Mesía, la mujer que le tiene enamorado de veras. ¡Ah, infame! quien tal hizo que tal pague.... Pero ¿quién será? Qué... sé yo... ¿Te atreverías tú a preguntárselo? Dios me libre. Debe de ser casada... ¡Jesús!
Muy graciosa: lo que más admiraba en ella era su aire resuelto de muchacho. Posó una mirada amplia y profunda en la fotografía de Julio. Excelente mozo dijo . Una cabeza interesante... artística. En un baile de trajes obtendría un éxito. ¡Qué príncipe persa!... Una aigrette blanca en la cabeza sujeta con un joyel, el pecho desnudo, una túnica negra con pavos de oro...
Los marineros, desnudos de medio cuerpo, con una bolsa sujeta en la cabeza, cayéndoles sobre la espalda como un inmenso capuchón, bajan a tierra, reciben en el espacio comprendido entre el cuello, el hombro y el brazo izquierdo, una cantidad increíble de astillas, las sujetan con una cuerda amarrada en la muñeca de la mano libre, y cediendo bajo el peso, trepan laboriosamente al vapor y arrojan su carga junto a las hornallas.
Y a pesar de que el joven la tenía fuertemente sujeta entre sus brazos, ella manoteaba, defendiéndose para no caer en el negro abismo que veía su trastornada imaginación. Luego dio un alarido y rompió a llorar con desesperados gritos: ¡Mi padre... mi pobre padre! Míralo: está en la puerta... entra... nos mira; lleva una mortaja... blanca, blanca como la nieve.
El coloso del Estrecho con la regularidad matemática á que necesaria y fatalmente sujeta toda ley perfecta, acumula en sus calcinadas entrañas gérmenes de espanto y desolación. ¡Desgraciado el día en que abra la válvula! ¡Infeliz del pueblo en que sacie su cólera!
Parecía hombre harto de esperar a la Fortuna, que de pronto la ve, la asalta, la sorprende, la sujeta, y decide no soltarla en su vida. Cristeta nada hizo por despegar su cuerpo del cuerpo de su amante, sino murmurar con voz preñada de caricias: ¡Juan... Juan mío!
Se arrepintió de haberse aventurado sin luz en aquella estancia que no tenía un pie cuadrado libre de estorbos. Pero ya no era cosa de volverse atrás. Dio un paso sin apoyarse en la pared, siguió de frente, con las manos de avanzada para evitar un choque.... ¡Ay! ¡Jesús! ¿Quién va? ¿quién es? ¿quién me sujeta? gritó horrorizada.
Iban completamente desnudos y llevaban un hueso atravesado por el cartílago de la nariz, consistiendo sus armas en arcos, mazas, y lanzas con la punta de hueso. El prisionero era de más elevada estatura, rostro ovalado y regular, abundante cabellera lanosa sujeta con un ancho peine de bambú, y tenía la piel del hermoso color negro de las buenas razas africanas.
Y la numerosa concurrencia desfiló por delante de Currita, sin que levantase ella la cabeza ni hiciera un movimiento, como si la vergüenza de su vida entera la tuviese allí sujeta, clavada, ante las miradas curiosas, compasivas y aun burlonas de sus antiguas rivales.
Sujeta, si te incomoda el trote. Obedeció Lorenzo tan estrictamente, que el overo se paró. ¿Qué te pasa?... ¿Por qué te paras?... «
Palabra del Dia
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