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Actualizado: 2 de julio de 2025


La pirámide ó el cuerpo que cubre el centro tiene una estupenda elevacion, y el visitante sube á la cima por escaleras de caracol que hacen pensar en los Titanes escalando el cielo, ó por medio de una maquinaria ingeniosa que levanta suavemente docenas de curiosos, produciendo la misma sensacion de uno de esos sueños de encantamientos en que algun poder misterioso nos lleva á las regiones aéreas.

Un cuarto de hora después, bajan al templo de la danza esplendorosas, radiantes, cubiertas de seda, de gasas y de flores, todo a costa del Estado, y más brillantes que los ángeles, las hadas y las huríes de nuestros sueños. Los ministros y los príncipes les besan las manos y se manchan sus irreprochables trajes negros con el albayalde que ellas llevan en los brazos.

Para oír otra vez de tus labios la palabra infame que me has dicho en el salón. ¿Crees, por ventura, que no vale la pena de repetirse? ¿Crees que puedo renunciar a todo un pasado de amor, a todo un porvenir de dicha, a todos los sueños gratos de mi vida sin llamarte infame, cien veces infame, mil veces infame, ahora aquí entre los dos, después en plena tertulia, después ante el mundo entero?... ¡Ven, ven, miserable!... ¡Ven, a que te lo llame delante de todo el mundo!...

Preguntó con desmayada y dulce voz a su doncella si había visto señales, al pasar por el aposento del escondido, de que éste hubiese despertado; y Florela no supo qué decir, sino que debía de dormir el buen soldado, porque cuando ella pasaba por la puerta del aposento, adonde pocas horas antes le había conducido, escuchado había un cierto ruido, que si no se parecía al roncar de una persona que está en siete sueños, no sabía ella a lo que se parecía.

Ya sabemos que Periquito amaba las obras sólidas de la Naturaleza. Para expresar los deseos que atormentaban su espíritu, valíase ingeniosamente de la forma de sueños. Otras veces, se veía sobre la cúspide de una altísima montaña. Las nubes se acercaban. La mujer era blanca como el campo de la nieve, mórbida y espléndida como la flor de la magnolia.

En la escena siguiente vemos un jardín en Madrid, y en él una fuente con su saltador, adornada con la estatua del Amor. Razonte, fatigado del viaje, duerme á los pies de la estatua, excitándole en sueños el Dios á que se encamine á un lugar solitario á orillas del Manzanares, y oiga los consejos de un piadoso ermitaño que lo habita.

Yo tengo sueños, y soñando veo felices y contentos a todos los que se han muerto. ¿ crees en lo que sueñas? , señor. Y miro los árboles y las peñas que estoy acostumbrada a ver desde que nací, y en su cara.... ¡Hola, hola!... ¿también los árboles y las peñas tienen cara?...

Repetidas veces había puesto en ejecución su pensamiento, ¿pero cómo?, en sueños, y también alguna vez despierto, cediendo como a una fuerza automática y fatal que no era su propia fuerza. En estos casos de repetición o ensayo mental del hecho, se quedaba fatigado y orgulloso, cual si lo hubiera ejecutado realmente.

Un puñado de trapos, otro de joyas, algunos platos más sobre la mesa no pueden darla a nadie. Pero un pensamiento lúgubre, que hacía algún tiempo amargaba todos sus sueños, le cruzó por la mente. Ella era ya una vieja; , una vieja; no había que forjarse ilusiones. A Estefanía le costaba cada vez más trabajo ocultar las hebras plateadas que en sus rubios cabellos aparecían.

Entonces siente casi pesar al deshacer las costuras... ¡Cuántos proyectos y cuántos locos sueños había cosido por decirlo así, con su aguja! Pero ¿qué remedio? ¡había engordado tanto después de su casamiento!

Palabra del Dia

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