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Actualizado: 8 de julio de 2025
No es posible negar á este último el mérito de haber superado en mucho á su predecesor. El protagonista de este drama, Gómez Arias, es un libertino, como el Don Juan, de Tirso. La joven é inocente Dorotea sucumbe á sus poderosos medios de seducción, y consiente en huir con él del hogar paterno.
El criminal, perdido ya sin remedio, sucumbe poco después en un combate, y el drama termina con el espectáculo que ofrece su alma, cercada de llamas, en su viaje á los infiernos. Si Tirso de Molina no hubiese escrito otra obra, sólo por lo patético, y el ingenio que distingue á ésta, no se le podría negar con justicia el nombre de gran poeta.
Una cosa debo notar de paso, y es que López, vencido en varios encuentros, solicitaba en vano una paz tolerable; que Rosas piensa seriamente en trasladarse al Brasil . Lavalle se niega a toda transacción, y sucumbe. ¿No véis al unitario entero en ese desdén del gaucho, en esa confianza en el triunfo de la ciudad?
«Indicar pues la belleza del artesonado, que es uno de los buenos de aquel buen tiempo para las artes españolas; llamar la atencion sobre la graciosa galería que circuye el tercio superior del salon, señalar la elegancia, y por último decir que aun en medio del abandono y desnudez actual del salon de SANTA ISABEL, transpira, por decirlo así, como en un varon eminente que sucumbe á los rigores de la fortuna, cierto aire de grandeza y magestad, que la miseria no acierta á desvanecer, y que el alma generosa contempla respetuosamente, es todo lo que en resúmen creemos oportuno en la ocasion presente.
Apenas contrae matrimonio con Menón esta mujer infernal, cuando atrae la atención del Rey con sus mágicos encantos; guiada por un poder sobrenatural, que la arrastra á llenar en todas sus partes los acuerdos del destino, se arroja en brazos del soberano, y comparte con él el trono. Menón sucumbe, y es su primera víctima.
Así de Libertad sucumbe el hijo: Sobre la Patria el pensamiento fijo, Abrazando las gradas de su altar; Como Castelli y cual Beron de Astrada, Como Lavalle de alma no domada, Muere para vivir, vida inmortal.
Las estrofas conocidas con el nombre de Mingo Revulgo, en las cuales Rodrigo de Cota el Viejo, poeta de Toledo, trazó una descripción de la corte de Enrique IV, casi no tienen de dramático más que el diálogo . Más importante, sin duda, que esta mezcla extraña de sátira é idilio es para nosotros una delicada conversación en verso, que se halla en el Cancionero general, y se atribuye á este mismo autor, pues, según indica su título, se había destinado á la representación hasta con cierto aparato escénico . Toda la acción de esta piececilla consiste en una disputa entre el Amor y un Viejo, en la cual sucumbe éste.
El combate entre Garcilaso y Tarfe, en que éste sucumbe, termina la comedia.
Todos los años al abrirse en los campos los rojos botones de las primaverales amapolas, tiene tambien que abrirse á impulso de las lanzas y saetas bereberes la ancha vena de la fecunda sangre cristiana; y hay años en que sobre la misma nieve dura el rojo matiz en el campo desde una á otra primavera, si por acaso al recogerse sus huestes á cuarteles de invierno, se encuentran con bandas enemigas asaz temerarias para cerrarles el paso de los montes . ¿Quién creerá, sin embargo, que no es la monarquía cristiana la que sucumbe, sino el Califato cordobés? ¿Quién podrá imaginarse que no va á ser el Catolicismo sino el Islam el que salga herido de muerte en los campos de Calatañazor?
Si sus ejércitos no toman a Montevideo, sucumbe; si la toman, quédale el general Paz con ejércitos; quédale el Paraguay virgen; quédale el Imperio del Brasil; quédale Chile y Bolivia que han de estallar al fin; quédale la Europa que lo ha de enfrenar; quédanle, por último, diez años de guerra, de despoblación y pobreza para la República, o sucumbir: no hay remedio. ¿Triunfará?
Palabra del Dia
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