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Actualizado: 31 de mayo de 2025
Ciertamente; sirviendo á Lerma, me servís, porque el duque es mi más leal vasallo. Lo podéis afirmar, señor... el duque de Lerma... La duquesa se encontraba en ascuas: lo que la sucedía era un verdadero compromiso, porque, al fin, el rey era el rey.
Otros síntomas percibió que le acaloraron la fantasía, dándole no poco en qué cavilar. Nucha mostraba vehemente exaltación del cariño maternal de algún tiempo a esta parte. Apenas se separaba de la chiquita cuando, desasosegada e inquieta, salía a buscarla a ver qué le sucedía.
En una situación semejante, aunque no enteramente igual, se hallaba, á mi juicio, el que se propusiera escribir la historia del teatro español; sin duda existían otros trabajos anteriores, no como sucedía con la historia literaria de Persia, pero tampoco había obra alguna en que se hubiese tratado de esta materia hasta apurarla; no podía suponer en los lectores un conocimiento general de los dramáticos españoles, ni era dable tampoco aludir sólo á las obras originales, para que los lectores completasen su estudio, siendo tan raros los libros antiguos españoles.
Tolva, deseando que aquel numeroso concurso que á diario llenaba el café, estuviese al corriente de cuanto sucedía, estableció en el local una especie de cátedra en la cual un ciudadano de buenos pulmones tenía la misión de leer por las tardes y las noches los periódicos en alta voz, así los que se publicaban en Sevilla, como los de la corte y otros de las provincias más importantes, que á todos se suscribió el buen Tolva, con la mejor y más sana de las intenciones.
Y así crecía de hora en hora el peligro de que ese cuaderno en que Olga había escrito su confesión, cayese en manos de su tía. ¡Que se le antojara escudriñar entre los volúmenes que guarnecían el estante, y sucedía la desgracia!
Cada vez que el toro se fastidiaba y arremetía a uno de ellos, era seguro ver al pobre capeador por los aires o hecho tortilla contra las barandas, lo que no causa mucho placer que digamos. Cuando el toro es bravo y el hombre hábil y valeroso, las simpatías se inclinan siempre al hombre; a mí me sucedía lo contrario.
Al mismo tiempo un perro entró en el jardín como una exhalación, se refugió en el pabellón, y fue a esconderse debajo del sofá en donde se hallaba sentado Juanito. Antes que don Salvador y su nieto se dieran cuenta de lo que sucedía, Cachucha el cuadrillero y veinte o treinta personas más invadieron el jardín dando gritos de terror.
A la violencia sublevada de mis ilusiones sucedía una especie de triste resignación que embotaba y como insensibilizaba mi sufrimiento. Algunas veces, mientras tanto había visto pesar sobre mí la mirada de Luciana sin que expresase ni despecho ni pena, y sí, solamente, una especie de extrañeza.
El chiquillo, en veinticuatro horas había tomado con ella gran confianza, y se dejaba conducir sin resistencia. Poco después la vimos allá abajo, a la orilla, lavándole con ademanes tan bruscos, sacudiéndole tan vivamente que a todos nos hizo reír. Aunque no se oían sus palabras, notábase de sobra que le seguía increpando duramente. Esto sucedía en sábado.
¡Eh, abuelo! ¿Qué hace usted ahí plantado en medio del cuadro? ¿No sabe Usted que está prohibido entrar? La voz ruda de un guarda le arrancaba inesperadamente de su profunda contemplación y le obligaba a volver al camino. La ciencia, el progreso, la humanidad perdían cada vez que esto sucedía inapreciables tesoros de observación. Mas los guardas no lo sabían.
Palabra del Dia
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