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Actualizado: 31 de mayo de 2025
Pasó tras el biombo otra vez, y Julián la siguió aturdido, sin saber lo que le sucedía. Con la cabeza baja, los labios temblones, la señora de Moscoso arreglaba, sin disimular el desatiento de las manos, los pañales de su hija, cuyo llorar tenía ya inflexiones de pena como de persona mayor. Llame usted al ama ordenó secamente Nucha. Corrió Julián a obedecer.
Y sucedía entonces que una comisión, nombrada por elección de la que cesaba, formaba una lista con los nombres de las personas que juzgaba dignas de tan señalada honra. Esta lista se presentaba á cada uno de los inscritos en ella, quien ponía al margen de su nombre su conformidad, á no tener luto reciente, ó estar enfermo de gravedad.
El día sucedía a la noche y la claridad a las sombras en aquella expresión del sentimiento por el órgano musical, tanto más intenso cuanto más vago. De modulación en modulación, la idea única se iba desfigurando sin dejar de ser la misma, a semejanza de un histrión que cambia de vestido. Su cuerpo subsistía, su aspecto variaba.
Ni yo he firmado nada, iba a añadir Bonifacio; pero se contuvo recordando que sí había firmado tal; pero había firmado sin leer, sin enterarse, como sucedía siempre, y esta humillación no se la podía confesar al escribano. Sin acabar la frase, y sin dar otras explicaciones, salió de allí avergonzado, aturdido, como si acabara de robarle aquel dinero a don Benito; y se fue derecho al teatro.
Las nueve serían de la mañana, y el cielo estaba alegre, como si le pareciese bien lo que sucedía en la tierra. Era el día del año señalado para llevar flores a las tumbas de los soldados muertos en defensa de la independencia de la patria. Entre compañía y compañía, iban carros enormes en la procesión, tirados por caballos blancos, y henchidos de tiestos de flores.
Nada, la explicación del fenómeno es muy sencilla, no busqueis grandes causas, son muy pequeñas. En primer lugar, ahora hace un calor atroz, lo que por cierto dista mucho del oreo de una fresca brisa como sucedia por la mañana; D. Nicasio está sumamente abatido, la hora es pesada, el cielo se encapota y parece amenazar tempestad.
La sensación de un poder enorme, de una fuerza infinita y de una gran nobleza no le abandonaba jamás. Con este motivo ponía en su modo de tratar a la gente una benevolencia de gran señor, y rara vez era con ella severo y arrogante. Sucedía esto cuando le llamaban «Egor», en lugar de «Georgi», como él quería que le llamasen.
El decenio de 1580 á 1590, en cuyo principio comenzó á aumentarse la importancia del teatro de Madrid, al contrario de lo que sucedía á los de Valencia y Sevilla, no concluyó sin haberlo mejorado bastante.
Y en el silencio mismo que sucedía, triste y terrible, a esas armonías imponentes, se distinguían ruidos extraños y conciertos misteriosos, como los que deben elevarse en las solemnidades del cielo.
Su fresca boca, generalmente seria, se entreabría de cuando en cuando para lanzar por entre su blanquísima dentadura una pronta y alegre carcajada, que su encogimiento habitual comprimía inmediatamente; porque nada le era más repugnante que llamar la atención, y cuando esto le sucedía, se ponía de mal humor.
Palabra del Dia
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