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Actualizado: 11 de junio de 2025


22 Y respondiendo Jesús, les dijo: Id, dad las nuevas a Juan de lo que habéis visto y oído: que los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos son limpiados, los sordos oyen, los muertos resucitan, a los pobres es anunciado el Evangelio: 23 y bienaventurado es el que no fuere escandalizado en .

Un criado le invitó a entrar en el ascensor, conduciéndolo a un saloncillo del primer piso, al través de cuyos balcones veíase la Puerta del Sol, obscura, con los techos de las casas negros, las aceras invisibles bajo las encontradas corrientes de los paraguas, y la plaza de luciente asfalto surcada por coches veloces, a los que parecía fustigar la lluvia, o por tranvías que se cruzaban en todas direcciones con un incesante campaneo que avisaba a los transeúntes, sordos bajo el abrigo de las cúpulas de tela.

Estaban en la catedral celebrándose los divinos oficios, con un inmenso concurso de fieles: acababa el sermon, y empezaron de repente sordos estampidos, el crujir de los retablos y de las bóvedas, el repetido vibrar de las paredes y columnas, el golpear de los sillares que caían desprendidos de la torre y el de los remites que se desgajaban del crucero.

Por exemplo: dice Jesu-Christo en el Evangelio, que los ciegos ven, y los cojos andan, y los sordos oyen; lo qual ha de entenderse en sentido diviso; esto es, que ven los que eran ciegos, y oyen los que eran sordos; y si alguno lo entendiese en sentido compuesto cometería sofisma, porque los ciegos no ven siendo ciegos, ni oyen los sordos mientras están sordos.

Haciendo oídos sordos, el porfiado gascón permanecía impávido, sin fruncir ni la punta de la nariz... De pronto, doña Inés soltó una carcajada cristalina: ¡Se ha equivocado de postura!

Apenas podía sostenerse sobre sus pies hinchados y doloridos, sus arterias latían con violencia, partía sus sienes un agudo dolor; una sed ardiente le devoraba. Y para aumento del horror de su situación, unos sordos y prolongados mugidos le anunciaban la proximidad de algunas de las toradas medio salvajes, tan peligrosas en España.

No intento hablar ahora de los espantosos conciertos que tal vez prepara, de sus dúos con las rocas, de los alaridos y sordos truenos que produce en el fondo de las cavernas, ni de la sorprendente gritería en que se juraría oir: ¡Socorro!... No; escogeremos uno de sus días graves, en que usa de su fuerza sin violencia.

Habla, y los ciegos ven, los sordos oyen, la lengua de los mudos se desata, los paralíticos andan, las enfermedades mas rebeldes desaparecen de repente, los que acaban de espirar vuelven á la vida, los que son llevados al sepulcro se levantan del ataud, los que enterrados de algunos dias despiden ya mal olor, se alzan envueltos en su mortaja, y salen de la tumba, obedientes á la voz que les ha mandado salir á fuera.

4 Porque en mis ojos fuiste de gran estima, fuiste digno de honra, y yo te amé. 6 Diré al aquilón: Da acá, y al mediodía: No detengas. Trae de lejos mis hijos, y mis hijas de los términos de la tierra, 8 Sacad al pueblo ciego que tiene ojos, y a los sordos que tienen oídos. Presenten sus testigos, y serán sentenciados por justos; oigan, y digan: Verdad.

Sintieron mucho los Tapacurás su venida, mas con todo eso, disimulando el disgusto, le salieron á recibir, y hospedándole en una casa acomodada, le hicieron muchos presentes de frutas y caza: no obstante, cuando quiso dar principio á sus apostólicos ministerios, se hicieron sordos y aun le impidieron obstinadamente que pasase á las Rancherías de su nación, y solo le querían conducir á tierras de los enemigos.

Palabra del Dia

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