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Actualizado: 31 de mayo de 2025
Después habrá usted conocido a otros muchos hombres, ¿a cuántos próximamente?». Fortunata miró al techo, haciendo un cálculo numérico. «Es difícil decir... Lo que es conocer...». El sacerdote se sonrió. «Quiero decir tratar con intimidad; hombres con quienes ha vivido usted en relaciones de un mes, de dos... esta es la cosa.
El señor, que había creído por un instante en el descubrimiento de una finca olvidada, la única de la que podía ser verdadero dueño, sonrió tristemente. ¡Ah, la torre del Pirata! Se acordaba de ella. Una roca caliza, un avance de la costa, en cuyos intersticios nacían plantas salvajes, refugio y alimento de conejos.
El príncipe sonrió al ver cómo imitaba las palabras y gestos de las dos señoras. Clorinda es americana continuó Castro , pero americana del Sur, de una pequeña República donde sus padres, abuelos y bisabuelos han sido presidentes, hombres de guerra y padres de la patria. Su generalato no es sin fundamento.
Hasta ahora la inteligencia la llevabais forzosamente en la cabeza, sin poder separaros de ella. Pues bien; de aquí en adelante, el que quiera podrá dejarla guardada en casa para volverla a sacar cuando le plazca. Dicho esto, el buen Dios sonrió en su bella barba blanca y despidió a sus hijos, que partieron contentos.
Ya, Sola ha puesto mi cuarto como el oro, y me ha preparado ese chocolate que, por lo exquisito, debe de caer en espesos chorros del mismo cielo». Dando luego un gran suspiro se sonrió y dijo: Usted, solterón empedernido, no comprende estas deliciosas chocheces del alma.
Era posible hablar de eso, por fin! Eso creo repuse. Más que nadie, no sé... Pero si; en el momento a que se refiere, más que nadie, con seguridad. Me detuve de nuevo; mi voz comenzaba a bajar demasiado de tono. ¡Ah, sí! se sonrió María Elvira. Apartó los ojos, seria ya, alzándolos a las parejas que pasaban a nuestro lado.
De tal modo le sonrió este deseo que aquella misma tarde comenzó á ponerlo en obra, acompañando á la maga en el Perejil y por la noche en la plaza de Mina. Aunque imperfecta y abultada de facciones era María mujer de mucho atractivo y poseía una gracia picante y sensual que á no pocos había seducido.
Mazzini volvió un poco la cara a ella con una sonrisa forzada: De nuestros hijos, ¿me parece? Bueno; de nuestros hijos. ¿Te gusta así? alzó ella los ojos. Esta vez Mazzini se expresó claramente: ¿Creo que no vas a decir que yo tenga la culpa, no? ¡Ah, no! se sonrió Berta, muy pálida ¡pero yo tampoco, supongo!... ¡No faltaba más!... murmuró. ¿Qué no faltaba más?
Alzó ella la cabeza con un infantil movimiento de curiosidad, y sonrió, murmurando: ¡Qué precioso!... Y tendrás añadió la voz sugestionadora una cama dorada, con paños de brocatel...; un tocador vestido de encajes..., ¿quieres?...; unas ánforas de bronce llenas de rosas.... Carmen, levemente, como en el éxtasis de un encantamiento, respondía: Sí....
Quince años dice que le sirve ese criado, pues bien, en ese tiempo él debía hablar español y no V. bicol. Esta razón le debió parecer tan fuerte que se sonrió, sacó de la manga otro tabaco, y ... en efecto, pidió en bicol á su criado el primer fósforo, inaugurándose la segunda parte de fuegos artificiales.
Palabra del Dia
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