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Actualizado: 13 de mayo de 2025


Leonora comenzó a oír aplausos, a repetir romanzas ante un público endomingado, de propietarios rurales y señoras cargadas de sortijas y cadenas falsas, y sonrió por primera vez como mujer, al recibir ramos y sonetos de los tenientes de las pequeñas guarniciones.

Para afligirse como yo hubiera sido menester que, con los respectivos amados, perdiesen la Colonna sus canciones y sonetos, Artemisa su famoso y monumental sepulcro, y Venus el cinto donde están en germen sus virtudes y milagros. El espíritu no es extenso, y por consiguiente no tiene lados, pero yo me le represento con lados para comprenderle mejor.

Es incalculable el número de bellos romanceros, sonetos y madrigales compuestos en honor de esta gentil doncella por todos los poetas españolesBastome leer esto para comprender que los dignos reporters habían visto visiones. Traté de averiguar la verdad, y de la verdad que averigüé resultó este libro. Despidámonos para siempre de esta tumba, de la cual se ha hablado en El Times.

Además me era insoportable la presencia de los periodistas, desde el día en que me ajustaron las cuentas y pusieron en solfa mis sonetos. Me repugnaba el trato de mis críticos, solamente soportables para cuando discutían y se peleaban, cada cual en defensa de sus «ideales». Nada más triste que Villaverde al fin del día; nada más horrendo que mi ciudad natal después de obscurecer.

Delante de Avignon, en cuyo centro se ostentan aún magníficas ruinas, como las del famoso palacio del Papa, que fué su residencia durante el cisma, no puede uno ménos que recordar á Vaucluse, idear la figura poética de la ingrata pero púdica Laura, y murmurar alguno de los dulces é inmortales sonetos de Petrarca, el rey de los cantores del amor.

Y, sin embargo, después de escuchar tan grandes pensamientos, todavía D. Dionisio se obstinaba en escribir sonetos en la oficina. Todos en la casa experimentaban los efectos benéficos de las corrientes científicas que soplaban en el privilegiado cerebro del jefe de la familia. Pero la que los sentía más a menudo era Carlota por su buena pasta.

No son malas chicas, dixo el senador; algunas veces mando que duerman conmigo, porque estoy aburrido de las señoras del pueblo, de su retrechería, sus zelos, sus contiendas, su mal genio, sus nimiedades, su vanidad, sus tonterías, y mas aun de los sonetos que tiene uno que hacer ó mandar hacer en elogio suyo: mas con todo ya empiezan á fastidiarme estas muchachas.

Los catorce sonetos rebajan las obras de esta deidad á mera función fisiológica, y el brío de las descripciones no las eleva, sino que les presta ciertos visos de patología, que, á más de hacerlas bajas, las hace insanas. Es cierto que lo contrario debe de ser peligroso y seductor; pero consuela y no deprime.

Pero si usted escribe bien, y si ha de escribir mejor, y si ha de ser, pues no creo que me engañe la simpatía, uno de nuestros más fecundos y amenos ingenios, ¿qué importa que yo hable mal de los catorce sonetos compuestos por usted en algunas horas de extravío?

El aliño de los sonetos, la suavidad de los actores, la sal de los graciosos, todo es tan propio en él, como las flores en sus plantas y los frutos en sus árboles. ¿Y quién hay tan insensato, que pida cuenta á la inmensa copia de Lope, de si hizo algunas comedias menores que otras, ó si dijo esto inferior á aquéllo?... ¿Quién es tan ciego, que no se le abran los ojos de la admiración al ponderar, que, sólo para ser leído lo que escribió este casi más que hombre, que no vivió más que algunos, es menester la vida del que más vive

Palabra del Dia

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