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Actualizado: 24 de mayo de 2025
Fué la primera buscar modo de ver y de hablar á la severísima Doña Blanca; la segunda, sondear bien el ánimo de D. Carlos para conocer hasta qué punto amaba de veras á la niña y merecía su amor, y la tercera, tratar con el P. Jacinto y proporcionarse en él un aliado para la guerra que tal vez tendría que declarar á la madre de Clarita. Así lo hizo el Comendador.
Sus meditaciones y estudios le habían permitido sondear el grande y temerario problema de nuestro destino total. «¿A dónde vamos a parar cuando nos morimos? Pues volvemos a nacer: esto es claro como el agua. Yo me acuerdo decía mirando fijamente á su amigo y turbándole con el tono solemne que daba á sus palabras, yo me acuerdo de haber vivido antes de ahora.
Por fin, muchos días después de haber hablado con doña Manuela, determinó sondear a Leocadia; y hallándola una tarde leyendo en el comedor, mientras don José reposaba y la madre había salido, se acercó, llevando él otro libro en la mano. ¡Sabe Dios! la dijo entre severo y sonriente qué libraco será ese! ¿Es de los que te trae el novio? Sí.
«Intenté sondear sus ánimos, informándola poco a poco y a mi gusto de lo que había hecho fuera de casa, y exagerándola bastante el éxito de mi visita. No dio señales de que le interesaran las noticias. Después le anuncié la venida de Ángel, dentro de muy pocas horas..., de minutos, mejor dicho. Entonces abrió los ojos y me miró.
Temí complicarte en mis asuntos... Además, yo necesito estar libre, para dedicarme al cumplimiento de mi misión. Hubo otra larga pausa. Los ojos de Freya se fijaron en los de su amante con una tenacidad escrutadora. Quería sondear su pensamiento, darse cuenta de la madurez de su preparación, antes de arriesgar el golpe decisivo. Su examen fué satisfactorio.
Así es que don Braulio, o cualquiera otro, podría tener más de los 20 grados de entendimiento que, en su sentir, eran necesarios o convenientes para lo práctico; pero cuando este plus, cuando esta sobra intelectual no se manifiesta en nada, sino en echar a perder el entendimiento que está en uso, no hay razón para quejarse de que el mundo no aplauda ni se pasme de lo invisible y recóndito que no puede sondear, ni penetrar, ni desentrañar. ¿Quién sabe si el amor propio engaña y hace creer a muchos que poseen ese entendimiento excesivo y superfluo, y tal vez no poseen sino una dosis superlativa de fatuidad?
Habíase paseado por el cauce del arroyo hasta en los sitios más profundos y medía con exactitud extraña los remolinos que nuestras perchas no alcanzaban á sondear.
¡Jesús, santos y santas del cielo! ¡Qué determinación será esa!... ¡Si querrá también el viejo encerrarla á ella en la misma gaveta como una prenda sin uso!... Aquello de la determinación la tuvo preocupada muchos días. En vano trató de sondear el ánimo del viejo. ¡Ay!
Su belleza era un instrumento para sondear las conciencias, una llave para abrir secretos; y esta servidumbre resultaba peor que las anteriores, por ser irredimible. Había conseguido apartarse con facilidad de su vida de viajera amorosa y de mujer de teatro; pero el que entraba en el «servicio secreto» ya no podía salir de él.
Su primera ojeada era todo un examen. Me envolvía en aquella amplia y deslumbradora mirada que quería sondear mi conciencia y reconocer en el fondo de mi corazón las tempestades formadas o resignadas desde el día anterior. Su primera frase era una interrogación: «¿Cómo le va a usted?» Aquel ¿Cómo le va a usted? significaba: «¿Es usted más razonable?»
Palabra del Dia
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