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No temo ahora confesarlo, porque tengo la conciencia de ser tan adicto á ustedes, que habrán de perdonarme fácilmente un día mis debilidades aparentes. La señora de Freneuse escuchó con aire sombrío las explicaciones de Marenval.

Se dejó caer en otro banco y el soldado transparente se detuvo, volviendo hacia ella un rostro sombrío, desesperadamente sombrío. No te pongas triste. ¡Si supieras cuán cansada estoy! Pero tu abuela no te abandonará nunca.... Alberto, espérame. ¡Allá voy, pequeño mío!

En los aleros y canalones habían hecho sus nidos las golondrinas, y en los altos árboles se cobijaban cornejas y lechuzas que lanzaban de noche su grito siniestro. El jardín era un jardín abandonado, con un estanque misterioso y sombrío, a cuyas orillas los chopos, desprendiéndose de sus hojas, durante años rodearon de láminas de plata.

Los había que estaban ya segados y exhalaban por sus heridas todavía abiertas el calor almacenado en su seno. Otros conservaban su onduloso manto de espigas, que empezaba á estremecerse bajo los primeros soplos de la brisa nocturna. Las máquinas agrícolas se destacaban sobre el rojo sombrío del horizonte como animales monstruosos que empezasen á surgir de las profundidades de la noche.

Legítima de la tierra. Esbelta, arrogante; brazos y garganta con adorables redondeces, y los blancos tules de Elsa amplios en la cintura, pero estrechos y casi estallando con la presión de soberbias curvas. Sus ojos negros, rasgados, de sombrío fuego, contrastaban con la rubia peluca de la condesa de Brabante.

Y murió repentinamente la alegría en nuestro mancebo, como una chispa de fuego cuando cae en el agua. Quedó silencioso y sombrío largo rato. Soledad, rumiando con desesperación sus celos, tampoco hablaba. Al cabo profirió en voz baja: ¡Daría la mitad de la vida por sorprenderlos, por decir á esa sinvergüenza cuatro verdades! Manolo siguió silencioso.

El corazón de los amantes se estremeció de alegría delante de aquel cuadro prodigioso, tan lejano de los que se acostumbran á ver en la tierra. ¡La tierra! La tierra no existía en aquel sitio: era un mito sombrío, una pesadilla de la imaginación. ¡Quién se acordaba de la tierra! Allí no había más que cielo; cielo arriba, cielo abajo, cielo en todas partes.

Nolo guardó silencio unos momentos; luego dijo: ¿Y por qué no has hablado así cuando saliste de la mina? Te he dicho que pensé haberlo muerto. Temía que me llevasen presa... Nolo, cejijunto, sombrío, se obstinó en callar. Demetria le miró largamente. ¿De modo que no me crees? ¡No! ¡No te creo, Demetria! manifestó impetuosamente el joven. El rostro de la doncella se cubrió de intensa palidez.

Ferragut escuchaba sombrío, pero con una atención cada vez más concentrada. Presintió la explicación de muchos actos incomprensibles. Una cortina iba á correrse en su pasado, viéndolo todo bajo una nueva luz.

Al través de los cristales sucios percibíase la figura rígida de algún santo con nimbo de metal o el rostro sombrío y angustiado de un Eccehomo. Era demasiado temprano para que hubiese mucha gente.