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Actualizado: 26 de julio de 2025
Mi querido señor dijo intentando recobrar su ironía mortificante : le aconsejé que no interviniese en nuestras cosas, y no me ha hecho caso. Sufra las consecuencias de su falta de discreción. Dió una orden, y el viejo se sintió impelido escalera abajo hasta las cuevas. Los que le conducían eran soldados al mando de un suboficial. Reconoció al socialista.
Un ministro había escrito durante un año entero a Madrid para que sacasen de su Legación al secretario Ojeda, individuo peligroso que muchos tenían por socialista. En realidad, sólo deseaba alejarlo para que la señora ministra recobrase su calma de buen tono y no se comprometiese con un inferior cantando romanzas y recitando poesías en la penumbra del anochecer.
Pero que, si por el contrario, era yo un positivista convencido, creyendo en la evolución constante y por lo tanto en el encadenamiento de los seres organizados, tendría que ser lógico admitiendo que el negro, como el caballo, como el toro o las aves se encontraba a un nivel bien inferior al nuestro y podíamos, en consecuencia, utilizarlo legítimamente en la satisfacción de nuestras necesidades ¡Pero a eso paso, usted aceptaría hasta la práctica de comernos a los negros! ¡No, porque la carne de vaca es mejor y las vacas no pueden cortar la caña ni recoger el tabaco! ¡Aquel hombre era un socialista en absoluto y no caían de sus labios sino planes de reforma con vistas a la felicidad humana sobre la tierra!...
Desnoyers se atrevió á discutir con este enemigo que parecía de carácter dulce y tolerante. «¿No sería el verdadero responsable el militarismo alemán? ¿No habría buscado y preparado el conflicto, impidiendo todo arreglo con sus arrogancias?...» Negó rotundamente el socialista. Sus diputados apoyaban la guerra, y para hacer esto sus motivos tendrían.
Yo comprendo como veneranda y punto menos que santa, aunque vaya por caminos extraviados, la intención del demagogo, demócrata y hasta socialista, que pugne por dar a todos los hombres educación liberal, recursos y cuantos elementos gozan los llamados aristócratas, si es que estos elementos valen, no sólo para gozar, sino para ser mejores; pero si sólo valen para gozar y ser más débiles, corrompidos y ruines, no me explico la democracia progresista, sino la democracia de Rousseau, que procura retrotraer a la humanidad al estado salvaje.
Y dijo el socialista cristiano: Aquí lo que sobra es la materia; la letra mata, caballero, y tengo dicho mil veces que lo que sobran en España son oradores.... Pues usted no habla mal ni poco; acuérdese del club difunto, señor Parcerisa.... Y Orgaz hijo dio una palmadita en el hombro al de la fábrica. Parcerisa sonrió satisfecho. La conversación se extravió.
Yo era antes torneador de hierro dice con cierto orgullo , obrero consciente y sindicado. Una leve contracción de su bigote, que equivale á una sonrisa amarga, parece subrayar este recuerdo del pasado. ¡Qué de transformaciones! Luego, el viejo socialista añade á guisa de consuelo: Hay que tomar el tiempo como se presenta.
La verdad es dijo Peñalver dando un suspiro que del fondo de una mina se sale siempre un poco socialista. A las nueve de la noche, después de comer en Villalegre, partió el tren especial que debía conducirlos a Madrid. Todos volvían muy contentos de la excursión. Esperaban extasiar a sus amigos con el relato del banquete subterráneo. El único que padecía entre ellos era Raimundo.
El libro debía ser un himno a la caridad; que los ricos diesen a los pobres, que los pobres respetasen a los ricos, y unos y otros se confiaran a la dirección de la Iglesia católica, maestra de siglos en estas cuestiones, y a Su Santidad el Papa, el primer socialista del verdadero socialismo. Creo que con esto continuó ya tiene usted bastante para hacer el libro.
Islas del Pacífico en las que hace cincuenta años los naturales asaban todavía para su consumo la carne humana, habían realizado en tan corto lapso de tiempo una evolución de siglos y hasta ensayaban el régimen socialista. Un país desierto lo transformaban en un lustro. Hacían surgir ciudades con paseos, estatuas y tranvías eléctricos, sobre una tierra habitada poco antes por avestruces.
Palabra del Dia
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